Capítulo 18: Los mejores amigos

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Adrianne

Acabo de ver las fotos y parezco una completa estúpida por sentir lo que estoy sintiendo.

Aquí hay dos mujeres diferentes, así que imagino hay fotos de un día o de dos. Si son de dos días, significa que es una práctica diaria, cada vez con diferentes mujeres, y si es de un día, entonces, está con más de una mujer diariamente.

Mis manos tiemblan y mi corazón también. Me estoy volviendo débil y no me lo puedo permitir. Pensé que me sentiría alegre al poder encontrar una razón para terminar con Alexandre, pero siento un nudo en la garganta que me oprime el pecho.

Nunca lo amé, es cierto, pero vivimos momentos lindos e intensos y jamás lo traicioné. Jamás me atreví a entregar mi cuerpo a otro hombre y precisamente por eso es que busqué terminar con él en santa paz, porque desde que me fui a la cama con Eithan, desde ese preciso instante dejé de ser su mujer.

Pensé que él me sería fiel como lo fui yo. A pesar de que nuestra relación no haya sido de esas en la que sus miembros andan juntos todo el tiempo y comparten más, aun así, creí que me respetaba y valoraba.

Era muy fácil haber terminado conmigo si es que quería estar libre para hacer sus locuras. Tan sencillo como eso.

Mis amigos tenían razón en despreciarlo y en pensar todo lo que pensaban sobre él. Nunca hice caso a sus comentarios e insinuaciones. No soy una mujer celosa. Ahora pienso que quizás ellos lo sabían desde el principio y nunca me lo dijeron por lo claro.

Me engañó. Me vio la cara de estúpida. ¡Maldito desgraciado! Otra vez mi confianza se ve vulnerada por un hombre. Otra vez me toca pasar por lo mismo, pero esta vez será diferente. No me sumiré en el llanto y la tristeza, lamentándome por lo sucedido.

¡No!

Esto solo me hará más fuerte. Ahora estoy más convencida de que no es la mejor decisión para una mujer entregar su corazón. Cuando lo haces llegará el día en que terminará irremediablemente roto.

Estamos en el sofá de la sala y mis amigos me observan, en silencio. Siento un gran torbellino de emociones, sin embargo, de mis ojos no sale ni una sola lágrima. Ellos saben que soy una mujer fuerte, pero aun así, a veces siento que no puedo con tanto.

Estamos así un rato mientras proceso la información. Los tres en silencio. A mi amiga se le nota bastante afligida. Al momento extiende uno de sus brazos y su mano da un leve apretón a mi hombro, en señal de apoyo.

—Amiga, no imaginé que fuera esto a lo que se estaba refiriendo Remi —le da una mirada cargada de reproche y él se encoge de hombros.

Sé que le está reprochando por habérmelo dicho y eso solo me hace cuestionarme

—Camile, ¿si lo hubieras sabido me lo hubieras dicho, como hizo Remi? —cuestiono, enarcando una ceja.

—Amiga...

—Amiga nada, Camile. Solo responde. ¿Lo sabías? ¿Desde cuándo lo sabían?

Me da un ataque de euforia. No por el contenido de las fotos, sino, por el hecho de que con su acción solo me demuestra que podría callarse cosas como estas. Pensar que pudiera hacerlo, me provoca nervios.

—Calma, Adrianne. No te pongas así, mujer. ¡No!, no lo sabía, pero no creo que haya sido la mejor manera de hacértelo saber.

—¿Ah, no? ¿Y cuál es la mejor manera, según tú? —Me exalto. El cómo no me importa, solo me interesa que lo hagan—. Amiga, sabes por lo que pasé. Los dos lo saben. También saben que a raíz de eso no soy una mujer que se deje caer tan fácilmente. Una noticia como esta no me hará caer. ¡No!, nunca más. Lo que hizo Remi está bien hecho.

Aquellos labios rojos [Libro 1 de la serie posesivos]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora