22.

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Lisa se despertó muy temprano en la mañana, sus ánimos estaban por los suelos debido a la discusión que tuvo con su mejor amiga en la noche, pero por otro lado estaba feliz, había tenido una noche muy buena con Jennie.

Sentía algo extraño en su pecho, era como si cuando viera a Jennie, este dejara de latir, admirando su belleza, no sabía si era amor o simplemente se dejaba llevar, pero de lo que si estaba segura era de que quería hacer a Jennie feliz.

Cuando terminó su rutina de mañana, una idea loca le pasó por la mente, faltar a clases y pasar su día con Jennie, no era una mala idea, así que se dejó guiar por sus tontas ideas y se dirigió a la casa de Jennie.

Sin previo aviso, no sabía si su padre estaba ahí o si Jennie estaba ahí, pensándolo bien, había sido mala idea ir a su casa sin consuntarlo, ¿Y si Jennie ya tenía planes?, ¿Que tal que ella si quería ir a clases?.

Intentó retroceder pero ya era demasiado tarde, estaba justamente abajo de la ventana que conducía a la habitación de Jennie.

- Ya estás aquí, no seas cobarde y sube- Se dijo a si misma.

Comenzó a trepar por aquel árbol enorme, ya lo había echo una vez, no sería tan difícil.

Cuando llegó a la ventana, después de algunos quejidos y resbalones, observó que la ventana estaba abierto, sin ninguna protección, se desconcertó un poco pero decidió entrar, después de todo ya había estado ahí varias veces.

La cama estaba aún sin tender, había un lienzo colocado, en la tela de lino se estaba plasmando una silueta que a Lisa le pareció familiar, parecía de una mujer, debido a la forma del trasero, ¿Acaso Jennie estaba viendo a alguien más?.

La mencionada apareció en la escena, sorprendida por ver a Lisa de pie en su habitación.

- ¿Que haces aquí?- Preguntó Jennie alarmada, tratando de cubrir su pintura con su cuerpo.

- Quería darte una sorpresa- Caminó hacía ella, tomándola de la cintura y acercándola a su cuerpo.

- ¿Que tipo de sorpresa?- Preguntó coqueta, con una voz ronca que a Lisa le fascinó.

- Una linda y agradable... ¿Que dice señorita Kim?, ¿Me concede el honor de tener una cita con usted?- Preguntó Lisa, acercándose cada vez más a los labios de Jennie.

- ¿Que hay de la escuela?- Miraba los labios de la tailandesa con necesidad, necesitaba sentirlos ya.

- Olvídala por hoy, quiero que sea un día especial- Por fin Lisa puso sus labios en los de Jennie, fundiéndose en un delicioso beso.

Después de unos segundos, se separaron.

- Está bien, iré contigo, a donde sea que vayas yo voy- Puso sus manos en la cintura de la más alta, lo cual hizo que se estremeciera ante el contacto.

- Muy bien, antes de salir por esa puerta, ¿Tu padre está aquí?- Rió antes de abrir la puerta.

- No, está de viene, llegara en la madrugada- Sonrió dejando escapar una pequeña risa.

- Bien, vamos- Tomó de la mano a Jennie, bajando por las escaleras y saliendo del lugar.

Ambas caminaban por las frías calles, el vaho salía de sus bocas, no había una escena mejor que esa.

- Y, ¿A dónde iremos señorita Manoban?- Dijo divertida.

- Una sorpresa, solo se paciente- Dijo sin despegar la mirada del frente.

Jennie la miró, esa imagen se metió en sus ojos, Lisa era tan perfecta, su hermoso perfil volvían loca a Jennie.

Esa mañana se despertó a las cuatro de la mañana, Lisa se había ido y la dejó a agotada, así que cayó dormida al instante de su partida, pero volvió a despertar y no logro dormirse nuevamente, así que se puso a pintar.

Comenzó a trazar líneas, cuando se dió cuenta de lo hacía, paro todo movimiento, había dibujado la silueta desnuda de Lisa, y es que no la había podido olvidar, era tan perfecta, parecía tallada por un dios, amaba cada rincón de si cuerpo aunque ella no se amase a si misma, Jennie veía su cuerpo sin ninguna imperfección, era tan adictiva que cuando la probabas por primera vez, tenías que probarla mil veces más y probablemente te harías adicta a su sabor, olor y las sensaciones que te hacía sentír, justo como una droga.

                             ****

Lisa se detuvo, el camino fue tan corto que Jennie ni siquiera se dió cuenta en donde estaban. Alzó la mirada y vio un pequeño restaurante ante sus ojos.

- No te quejes, son las nueve de la mañana, a esta hora no hay muchos lugares abiertos- Metió las manos a sus bolsillos, esperando una buena respuesta de Jennie.

- ¿Bromeas?, Al lugar que me traigas está bien, siempre y cuando estés conmigo- Abrazó a Lisa, apoyando su barbilla en el pecho de su contraria, mirándola a los ojos con una cara que a cualquiera derretiría de ternura.

- Muy bien, está será nuestra primera parada, después tendremos que tomar un taxi- Sonrió entrelazando su mano con la de Jennie.

No pasó mucho durante su estancia en el restaurante, solo comieron y platicaron sobre algunas cosas, una charla normal.

Cuando salieron del lugar, tomaron un taxi, tal y como lo dijo Lisa.

- ¿A dónde iremos ahora?- Miró a Lisa con curiosidad.

- Solo te diré que ese lugar te gustará mucho- Lisa dirigió su mirada a la ventanilla del auto, le dió la dirección al taxista en voz baja para que Jennie no pudiera escucharla, lo cual funcionó.

Jennie estaba impaciente, ¿A dónde de la llevaría?, ¿Acaso era un sueño?, No podía estar más feliz, estaba cumpliendo sus sueño, al fin tenía a Lisa para ella sola.

No le agradaba la idea de ser la segunda opción, tenía miedo de que Lisa prefiriera a Jacob y al final la dejara ahí, enamorada como plato de segunda mesa, no quería ver a su chica con alguien más y mucho menos con alguien como Jacob pero se conformaba, sabía que si ser la amante de Lisa era la única manera de estar a su lado lo haría, porque eso la hacía feliz.

- Ya casi llegamos, quiero que te pongas esto- Ordenó Lisa entregándole a la mayor un listón para que cubriera sus ojos.

- ¿En serio?, No puedo salir del auto y ¿ya?- Dijo en un tono harto.

- No, ya te dije que es una sorpresa- Rió esperando a que Jennie acatara su orden.

- Está bien- Bufó Jennie, amarrando la cinta a su cabeza para cubrir sus ojos.

Lisa dejó un corto beso en la boca de su contraria, quién tenía los ojos vendados y al sentir tan repentino contacto, se sonrojó y bajó la cabeza, estaba apenada.

No pasaron más de cinco minutos y ya habían llegado al destino.

Lisa ayudó a Jennie a salir del taxi, pagó el dinero correspondiente y le ordenó al taxista que esperara, no importaba cuando cobrara, quería hacer a Jennie feliz.

Se paró justo enfrente del lugar arenoso y rocoso, ayudando a Jennie a mantenerse de pie.

- Puedes quitar eso de tus ojos- Señaló la cinta de tela que los cubría.

La pelinegra pudo ver nuevamente, tenía una hermosa vista de la ciudad ante sus ojos, el sola radiante chocando en su casa e iluminando el cielo, una imagen digna de plasmar en un lienzo.

Miró a Lisa, quién la miraba con una sonrisa victoriosa, al parecer le había encantado la sorpresa, pero ni ese paisaje se comparaba con el hermoso y bello amor que le tiene a esa tailandesa.









Penúltimo capítulo:(

•Freak• ~[JENLISA] °Reescribiendo°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora