Prólogo

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Hay muchas «Alessas» dentro de Alessa. Como la Alessa que constantemente siente que ya no tiene corazón, que es esa misma la que siente que día a día se le cae un pedazo más de la máscara de cordura. Está la Alessa que no supera la muerte de Alec, y la que no tiene la menor idea de qué ocurrió en su vida de los 9 a los 13 años, salvo por aquellas migajas a las que ni siquiera se atreve a llamar recuerdos. Alessa la que parece una niña de cinco años entrando a una dulcería, y Alessa la que llora viendo comerciales. Está Alessa la que siente náuseas de tan solo pensar en que la roce íntimamente un hombre por el que no siente nada; pero también Alessa la que a veces siente que se le consumirá algo por dentro debido a tanta ansia sexual. Y la Alessa que no te puedes sacar de la cabeza.

No hay que olvidar a Alessa, la que amó más allá de sus límites, y que a causa de ese amor lo perdió todo; y Alessa la que cubrió todo el amor con cicatrices de lo imperdonable. Alessa la que no soporta(ba) ver a un hombre llorar, y Alessa la que remodela hospitales abandonados para brindar servicio público. Alessa la que tiene un asilo en construcción. Alessa a la que sus padres le guardan luto.

Alessa la que prefiere que si no puede ser todo, entonces sea nada; también Alessa la que se apañaba con migajas, porque sabía que de ahí no iba a obtener nada más. Alessa la que reía a carcajadas hasta por el chiste más malo de la historia, y Alessa la que te sabe amarga como semilla de ojo de venado con la lengua empapada en miel. Hay muchas partes de Alessa en Alessa, algunas rotas, algunas incompletas. Y a todas y cada una de ellas les late bajo el pecho el mismo corazón, todas son parte de la misma historia.

Alessa, la que perdió a su amado hermano a muy temprana edad. Alessa la que nunca aprendió a «perdonar» a sus padres, Alessa la que casi se vuela la cabeza jugando ruleta rusa, Alessa la que ha visto morir a todo el que ama, Alessa la que rozó el manto de la locura con su propia desnudez, Alessa la que en el mismísimo infierno tropezó con sus propios pies. Alessa la que volvió a la vida, Alessa la que se enamoró del hombre equivocado, Alessa la que tuvo la dicha de ser madre, Alessa la que fue traicionada por quien más amaba. Alessa la que recibió esa bala justo en su cabeza, Alessa la que murió tres veces.

Alessa, la que fue manipulada por sangre de su sangre, Alessa la que asesinó con sus propias manos a sangre de su sangre; Alessa la que se asqueó de sí misma, Alessa la que descubrió que no puede cambiar. Alessa la que volvió a la tierra que la vio morir (y sí, las tres veces), Alessa la que busca ser besada por la muerte, Alessa la que es hija de la tragedia.

Y tú estás a punto de conocerlas a todas.

TraicionadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora