𝐗𝐈𝐈𝐈. Sala de emergencia

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Alessa llegó puntual a su turno extra, se suponía sería su día de descanso, pero ahí estaba en en hospital, haciendo un favor a una compañera. El día iba pasando con la monotonía habitual a la que ya se había acostumbrado, pero al menos estar en el trabajo la mantenía alejada de esos obsesivos pensamientos.

O eso creía ella.

Ahí estaba ella, anotando los signos de un paciente del área de emergencias. El pobre tipo se había caído del tercer piso.  Alessa acababa de anotar el último dígito cuando alzó la vista y sintió un vuelco al corazón. Ahí atrás, muy cerca de la entrada veía a Aleksandr. Quiso reír. ¿Hasta qué punto había llegado su obsesión que ya lo estaba alucinando? Meneó la cabeza bruscamente como si con eso pudiese sacudírselo de encima, se dijo mentalmente que necesitaba un café y bien cargado.

Alessa dejó los papeles sobre la mesilla a los pies del convaleciente hombre y salió del área. Un sonido muy gracioso se ahogó en su garganta y ella podría jurar que había sido producto de su corazón intentando escapar por su garganta.

—Sabía que eras tú —Aleksandr se plantó frente a ella, cerrándole el paso y prácticamente haciéndola chocar contra su pecho. El aroma de la carísima colonia masculina que llevaba encima se le impregnó en la nariz y sintió un cosquilleo en el estómago. Olía exquisito.

—¿Qu-Qué estás haciendo aquí? —Alessa soltó la pregunta con la voz trémula. Tenía el corazón desbocado, Dios mío. Había anhelado tanto volver a verlo y ahora que lo tenía enfrente no podía ni hilar ideas.

—Algún im/bé/cil puso drogas en la bebida de una amiga. Ella no sabe quién soy realmente, así que tenía que traerla a un hospital —Aleksandr soltó las palabras con indiferencia, como si no fuese gran cosa una o la otra.

—Ah.

¿Ah? Así nada más. No se le ocurrió nada más qué decir. Tal vez fue por la puntada caliente que sintió en la boca del estómago cuando habló "de una amiga", ¿Estaba con otra mujer, a solas? No le gustó nada la idea y cuando se dio cuenta quiso echarse a reír como una demente ¿Estaba celosa? ¿Celosa de un tipo al que muy apenas y conocía? Era ridículo.

—Bueno, si me disculpas tengo mucho que hacer, mi turno apenas va a la mitad. Que tu "amiga" se recupere —acotó, no dándose cuenta siquiera que había hecho énfasis sarcástico al decir la palabra 'amiga'—. Adiós.

Y sin más, cortó de tajo y rodeó el cuerpo de Aleksandr para marcharse. Le pareció que el varón iba a decir algo, pero ella no quería quedarse a escucharlo. Fue muy grata la expresión de estupefacción en el rostro del ruso.

Alessa pasó el turno intentando evadir el área de urgencias lo más que podía, pero eso era una tarea difícil ya que el turno que estaba cubriendo era precisamente en esa sala. Para su mala suerte la cama que le habían asignado a la persona que Aleksandr acompañaba, estaba en el ala sur, justo dónde ella tenía que encargarse de atender pacientes. Alessa intentó que no le asignaran a esa paciente, pero estaban cortos de personal ese día.

—Nos volvemos a ver —Aleksandr sonrió desde la silla donde acompañaba a la inconsciente muchacha, una guapa joven de piel de porcelana y cabello lacio, negro como la noche.

—¿Sigues aquí? —preguntó ella con desinterés, casi enseguida se arrepintió al darse cuenta de lo tonta que debía haberse visto preguntando lo evidente. Una puntada de orgullo se asentó en su pecho y la obligó a seguir hablando—. Debe ser una amiga muy querida para ti si estás cuidando de ella personalmente.

Aleksandr pareció descolocarse por un segundo, frunció el ceño y entreabrió los labios pero no dijo nada, volvió a cerrar la boca.

“El que calla, otorga” pensó Alessa, y algo le dolió en el pecho. Seguramente era su amante en turno. Era tan guapa, incluso por encima de la bata sus curvas se notaban, no como ella y su cuerpo tan... Aniñado. Inconscientemente bajó la mirada medio segundo a escudriñar su propio cuerpo.

—Voy a tomar una muestra de sangre, necesitamos hacerle algunos análisis para saber exactamente qué le dieron.

Aleksandr asintió con la cabeza, Alessa se limitó a hacer su trabajo. Cuidadosamente tomó las muestras de sangre necesarias y salió de la cuadrilla sin despedirse. Aunque Alessa no quería admitirlo, lo cierto era que le había afectado bastante aquel inesperado encuentro con Aleksandr. Ella no entendía el empeño de él en buscarla tras la toma de muestra sanguínea, parecía no entender (o no importarle, más bien) que ella estaba en horas laborales. Discretamente la siguió en más de una ocasión para intentar entablar alguna conversación, y para ella era tan incómodo y se colocaba tan nerviosa que buscaba el primer pretexto para huir y rehuir de él.
A final de cuentas, terminó siendo lo suficientemente débil como para compartir una conversación más o menos decente con él, aunque por supuesto, se sentía tan incómodo que le era imposible ocultarlo. Cuando terminó el turno y se marchó, realmente no pensó en tener que volver a verlo tan seguido, aunque suponía que podría ir a ver a su amiga en algún futuro, la chica iba a tener que quedarse a observación por unos cuantos días. Alessa durmió gran parte del día, estaba cansada y realmente apenas y despertó a tiempo para ducharse y marcharse al hospital, fue un alivio para ella llegar al lugar y darse cuenta que no había señal alguna de Aleksandr. Pasó a ver a la chica que él había llevado (Mia, se llamaba), quien pasaba por un momento difícil, pero lo estaba haciendo bien, saldría adelante, Alessa estaba segura de ello; quizás era demasiado optimista, quizá no.

Pasadas las horas, casi a la hora de su salida, tras entregar el informe del ingreso de la cama tres (un hombre con fractura de tibia) recibió un mensaje, cosa que le sorprendió, ella no estaba en contacto con... Pues, personas. Solo recibía llamadas de trabajo y justo ahora estaba en el trabajo. Sacó el móvil y lo que leyó en la pantalla la dejó más que torpe. Sintió un tirón en la boca del estómago seguido de un extraño cosquilleo. Era él. ¿De dónde había sacado su número? ¿Por qué la seguía buscando? El mensaje preguntaba sobre el estado de su amiga y le preguntaba también sobre su hora de salida, afirmando que pasaría a buscarla ¿Ir a buscarla? Estaba loco, ella no tenía nada que hacer con él, mientras más lejos se mantuvieran, sería mejor.
Pensó en no responderle, ¿debería responderle? No, no debería. ¿O sí debería? Era descortés simplemente ignorarlo. Estudió de vuelta el mensaje, su principal interés era su amiga y era natural; no podía ser tan desatenta como para no responderle cuando quería saber algo acerca de ella. Rápidamente redactó un mensaje de respuesta.

[Ella está bien, se quedará unos días a observación, pero afortunadamente no hubo daño grave  de ningún tipo. No te molestes, ya voy de salida].

Su mensaje fue conciso y cortante, ni siquiera se atrevió a registrar su número en la agenda, tampoco se atrevió a preguntar cómo había obtenido su número personal, le asustaba hacerlo. Realmente la colocaba muy nerviosa tener trato alguno con él, para ella Aleksandr había representado un error desde el momento en que se acostó con él, y ciertamente era difícil mirarlo y no recordar su voz jadeante o la sensación de sus labios devorando los suyos. Necesitaba mantenerse lejos de eso. Se apresuró a terminar sus pendientes y acomodar todas sus cosas; cuando llegó el cambio de turno ella ya estaba lista para salir de ahí a toda prisa, y así lo hizo. No quería dar tiempo a que él respondiera ese mensaje.

TraicionadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora