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The Great Coronation of Arthur Pendragon  (2/?)

Pov Omnisciente.

— ¿Como se atreve a cambiar una tradición que por siglos se ha tenido cuando ni siquiera es rey? —habló un anciano de la Corte mientras señalaba a Arthur con su dedo viejo y arrugado—.

— Perdonen pero creo que no es justo el trato que me están dando por algo tan simple como ésto —contestó defendiéndose, aunque claramente no era lo mejor que podía decir—.

— Nunca, nadie, ninguno de sus predecesores hizo una aberración como esta —reclamó otro anciano con cierto enojo—.

— ¿Están seguros? —y entonces todo cayó en un profundo y tenso silencio—.

Arthur no había llegado a discutir con la Gran Corte Real con las manos vacías, no era tonto como ellos pensaban, había investigado muy de cerca los archivos para asegurarse de que la respuesta no fuera negativa. Su semblante serio y frío le daba miedo a todo el que lo viera, ya que, por lo general, era un chico carismático y sonriente.

— Si no mal recuerdo, hace 50 años, había un Rey llamado Alexander Segundo, tomó a una sirvienta que era su amante para que hiciera los preparativos, cuando pidió el permiso le fue otorgado sin ninguna excusa, ¿Por qué es diferente conmigo? —reclamó Arthur cruzandose de brazos—.

Nadie más habló, el chico había dejado acorralados a la gente de la Corte Real, algo que pocas veces sucedía, sin dudas, Arthur era diferente en muchos aspectos.

— Eh... Eso es por que... —quiso objetar uno de los ancianos— Usted no es de sangre real como los demás.

— ¿Es por eso entonces? —arthur los miraba mal— Sea o no sea de sangre real, soy su Rey y por lo tanto desde ahora forma parte de la realeza.

Es verdad, ahora que Arthur era Rey, su sangre se podría considerar “real” aunque sus orígenes no lo fueran. Un anciano, resignado, habló.

— Está bien, le concederemos el permiso que pide —el chico sonrió volviendo a ser carismático—.

— Muchas gracias, esperaré el informe —y así Arthur salió de ese lugar satisfecho—.

(...)

Meliodas estaba algo confundido, estaba en su habitación mirando a la nada, examinando sus sentimientos, si era cierto lo que pensaba... Elizabeth ya no era la persona que más amaba en este mundo, la seguía queriendo pero poco a poco eso iba cambiando a un querer de amigos.

<< ¿Cuando sucedió esto? >> Pensaba el rubio mientras sostenía su cabeza.

Poco sabía de lo que pasaba, por un momento pensó que era cosa de Merlín pero no era así, era todo lo contrario y tenía que empezar a fingir sus sentimientos. Elizabeth era una chica tan linda y comprensiva, no... No podía hacerle eso a ella, no lo merecía en absoluto.

— ¿Señor Meliodas? —su mirada se dirigió a la puerta, donde Elizabeth se encontraba parada, mirando extrañada al rubio—.

— Oh, Elizabeth, ¿Pasa algo? —sonrió hacía la peliblanca—.

— ¿Se encuentra bien?. Eh notado algo extraño en usted el día de hoy y estaba un poco preocupada —ella era un ángel, de las dos formas y eso solo hacía sentir culpable a Meliodas—.

— Todo está perfecto, sólo que quería descansar antes de empezar nuestra próxima aventura.

— Entiendo, Señor Meliodas. —habló Elizabeth con una sonrisa— Descanse un poco, se lo merece, después de todo, usted es el que más ha ayudado en la reparación de Liones.

Forever yours (Meliodas y Arthur) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora