Forever yours (Meliodas y Arthur)

20.

Sincerely goodbye.

Pov Omnisciente.

Meliodas había regresado de la muerte y estaba ansioso, quería ir a ver a Arthur lo antes posible y besarlo, anhelaba verlo, deseaba con ansias ver a su gran amor.

Mientras tanto Arthur se ponía su ropa de rey debajo de su armadura. Sintiéndose resignado y triste, sin saber como decirle todo a su amado.

Aunque ya no importaba, había muerto, ¿no?

Con mucho cuidado, algunos soldados salieron intentando no encontrar un rival demasiado peligroso.

Cuando llegó al punto de encuentro, pudo ver una cabellera tan rubia que le recordaba a su amado, ojos tan azules como el mar y piel que parecía de porcelana, Arthur besó su mano de forma respetuosa y antes de decir cualquier palabra, sus soldados advirtieron de un peligro que se acercaba, logró ver como la chica no vinó sola, estaba con varios caballeros.

— Disculpe, Lady Ginebra. Debo llevarla de inmediato a un lugar seguro —tomó a la mujer en sus brazos y empezó a correr—.

Arthur corría teniendo entre sus brazos a su futura esposa, así es, el reino vecino que no sucumbía ante la guerra, los ayudaría con la condición de que la Princesa Ginebra, sería la esposa del Rey de Camelot. Cuando lograron estar a salvo, Arthur se presentó formalmente con su prometida.

— Un gusto, Su Majestad. —ella hizo una reverencia ante él— Como seguro ya sabe, seré su futura esposa.

— Me alegra conocer a tan bella dama pero por ahora debo llevarla a nuestro refugio —volvió a tomar a la chica en sus brazos—.

Así fue, cuando lograron estar completamente a salvo en el refugio. Ginebra intento acomodarse al ambiente que claramente creía no era el indicado. Arthur se quito su armadura y limpio algunas leves manchas de su rostro con un pequeño pedazo de tela.

— Veo que no bromeaba sobre la situación de Camelot, Su Alteza. —habló la princesa mientras tomaba aquel pedazo de tela para limpiar las manchas en el rostro de Arthur—.

— Perdone que no haya podido hacer que esté en un lugar más cómodo, sin embargo, espero pueda disfrutar un poco del espacio que le ofrezco.

Su pueblo estaba feliz de que finalmente su rey pudiera casarse pero no era lo mismo con las personas que lo conocían, sabían de su gran devocion y amor al pecado de la ira. El cual muy pocos sabían que había regresado y aun así no se le había informado eso a su Rey.

— No se preocupe por eso, intentaré ayudarlo si eso es lo que desea —ofreció la contraria—.

— Muchas gracias, Lady Ginebra pero por ahora, no creo que las prendas que traen la dejen estar cómoda aquí, permítame pedirle a Angélica que le preste algo durante su estancia aquí.

Ginebra obviamente se mostró intensamente ofendida por ese comentario pero su prometido tenía razón, no estaría cómoda con su ropa de princesa en aquel lugar.

— Está bien, lo acepta... —la mujer fue interrumpida por Angélica que entraba precipitadamente a la sala para hablar con Arthur— ¿Cómo puedes interrumpir a una princesa así?

Ginebra se levanto molesta dispuesta a darle una reprimenda a Angélica, sin embargo, fue detenida por Arthur.

— Creo que usted y yo deberíamos hablar seriamente si no queremos tener problemas —habló Arthur seriamente— Gracias, Angélica y permiso —le sonrió Arthur tomando aquella ropa—.

— Me parece perfecto —habló la rubia claramente molesta para ir con su futuro esposo a otra habitación—.

—Quiero que le quedé claro, Lady Ginebra que a mi pueblo ni a mi sirvientes, tiene derecho usted a pegarles. No me importa como funcionen en su reino las cosas pero en el mio, no permitiré esa conducta —habló Arthur seriamente y antes de decir algo mas, recibió una cachetada por parte de su prometida e inmediatamente se sintió asustada por lo que acaba de hacer, dió algunos pasos para atrás esperando algún golpe de regreso—.