Forever yours (Meliodas y Arthur)

18.

Sin salida.

Pov Omnisciente.

Ya tenían rato vagando por aquel laberinto, solo Arthur y Meliodas, hasta ahora no se habían encontrado con nada peligroso y aún les quedaba mucho por recorrer. Aún recordaba que en cuánto entraron quedaron separados unos de otros, quedando así con el rubio que más amaba en la vida.

— Señor Meliodas, ¿No le parece raro que nada nos haya atacado aún? —comentó Arthur quién iba un poco atrás de él—.

— Si tienes miedo podría abrazarte —miró a Arthur con una sonrisa y el contrario empezó a sonrojarse—.

— ¿E-eh? No estaría mal pero... ¡No, no! Estamos en un concurso —murmuró un poco el menor mientras se tapaba la cara con cierta vergüenza—.

El rubio lo miraba con una sonrisa, era simplemente lindo y tierno, así que para que no sé quedará atrás, tomó su mano y lo puso a su lado.

— Así está mejor, ¿No crees, pequeño Arthur? —el chico asintió levemente aún con sus mejillas de color carmesí—.

Mientras ellos estaban bastante acaramelados, Gloxinia los miraba con cierta curiosidad, después de todo, hace 3,000 años, estaba enamorado perdidamente de la diosa Elizabeth.

— Que interesante, parece que Meliodas se ha vuelto a enamorar y al parecer de un rey, me preguntó que hará Zeldris cuando se enteré.

— Seguramente lo usará en su contra, considerando lo que odia a Meliodas, es lo más probable que haga —el gigante hizo una pausa— ¿Le avisaremos a los otros?.

— No, aún no. Quiero seguir viendo esto un poco más.

Arthur y Meliodas ya habían caminado bastante sin encontrar nada, incluso ya había empezado a anochecer y su estómago estaba pidiendo comida a gritos.

— ¿Tienes hambre, pequeño Arthur? —preguntó mirando a su chico—.

— Si, un poco —respondió rascando su cabeza en señal de nerviosismo—.

— Pero por aquí no hay nada —mencionó parando un momento para ver a su alrededor—.

— Tal vez si seguimos caminando encontremos algo —habló Arthur adelantándose unos pocos metros pero suficientes para que una bestia saliera—.

(...)

Habían acabado rápidamente con aquel monstruo y Meliodas se encontraba preparando un poco de comida para ambos mientras Arthur canturreaba alegremente.

— Por fin comeré un platillo de Meliodas~

— Bien, está listo —habló el rubio sirviendo un poco de carne cocinada—.

Arthur fue el primero en probar, sus ojos se abrieron mientras intentaba mantener sus modales, tragó como pudo aquel bocado y le dedicó apenas una pequeña sonrisa.

— ¿Y bien? ¿Que te pareció? —preguntó curioso el ojiverde— Sé honesto.

— ¿Está seguro? —preguntas inseguro—.

— Seguro —respondió—.

— ¿Completamente seguro?

— Completamente seguro.

— Pues... Estuvo horrible —calificó mientras una pequeña gota caía de su cabeza— Seguro si...