Suficiente - Capítulo 40

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Sujetó mi cabeza por mi cabello haciendo que me levantara rudamente apenas conciente, había perdido la cuenta de las veces que me había golpeado. Escurría sangre abundantemente de mi boca y nariz mientras el dolor ya no lo lograba sentir, todos mis sentidos estaban aturdidos aunque podía sentir que tenía demasiados moretones y posiblemente huesos rotos. Mi mirada se dirigió al general lentamente.

- P-Por favor... deténgase... -

Tartamudeaba apenas audible tratando de rogar para que me soltara y me dejara ir, sin embargo, me sujetó de mi cuello para luego golpear mi cabeza fuertemente contra la pared manchándola de más sangre con cada impacto. Mi vista se tornaba roja, sentía que estaba por morir.

- Oh lindura... Espero que ese líder religioso te saque de su templo al verte así. Podría jurar que le dará mucho asco verte así. -

Continuó hasta que en su último golpe me dejó caer secamente en el suelo, un agudo pitido abrumaba mis oídos, apenas podía escuchar, solo necesitaba descansar, quería cerrar los ojos y que todo acabará.
Pequeñas lágrimas recorrían mi rostro herido a la vez que estiraba uno de mis brazos hacia la salida.

S-Señor D-Douma...

El general pisoteó mi brazo fuertemente entre carcajadas.

- No te mueras, ¡Todavía falta mucho por hacer! -

Las patadas en mis piernas, abdomen y cara continuaron cada vez mas fuertes haciéndome escupir más sangre.
Finalmente aquel hombre cruel tomó asiento al lado mío mientras se limpiaba sus zapatos de sangre.

- ¿Sabes? Una plaga no se erradica hasta matar a los hijos. -

Justo después de decir aquello, comenzó a reírse fuertemente pero no lograba entender a que se refería.

- Parece que que no me logras entender. Veamos... Quiero creer que recuerdas cuando llegaste a esa asquerosa casa tuya y encontraste a tus padres mutilados: manos por allá, cabezas por acá, etc... ¿No? -

Con dificultad logre escuchar sus palabras y no las pude creer, ¿Cómo sabe este hombre lo que pasó en mi hogar hace años? Levanté levemente la cabeza tratando de verlo mejor, no podía creer esas palabras tan exactas.

- Oh, si que lo recuerdas... Bueno, resulta que fuí unos de los oficiales encomendados para esa tarea. Aún recuerdo como los mandaron a buscar por todas partes a ti y a tu hermano después de matar a tus padres. -

¿Q-Qué diablos esta diciendo?...

- De hecho, ya conocía a tu madre hace tiempo, era una de las peores orian que pude ver, una maldita sanguijuela. Solo chillaba: Necesito dinero para escapar de este infierno. Traté de ayudarla pero se emparejó con el imbécil de tu padre y escapando juntos, el dueño del lugar me ordenó encontrarlos y asesinarlos. -

Me sujetó de mi mentón obligándome a mirarlo fijamente a los ojos. Estaba en shock a la vez que contenía mi llanto desesperado. Este hombre es mil veces peor que cualquier demonio.

- Me recuerdas mucho a ella, igual de asquerosa y maldita, tu madre solo pensaba en seducir a cualquiera y largarse, pero tu fuiste más lista al ir tras un líder de un templo. Dime, ¿Con ese imbécil estás satisfecha? -

Golpeó mi cara esperando una respuesta, pero el único ruido que provenía de mi era mi débil respiración.

- Lo tomaré como un si, maldita zorra. Lástima que tendré que finalizar el trabajo. -

El general Tsukimoto se levantó y acercó a uno de los oficiales jalándolo de sus ropas con cierta amenaza, apenas podía escuchar lo que decían.

𝐿𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝐻𝑖𝑒𝑙𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora