Encuentro - Capítulo 47

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Al abrir mis ojos lentamente noté que me encontraba en un páramo lleno de neblina, apenas podía apreciar lo que tenía enfrente mío hasta que repentinamente un viento helado azotó el lugar con fuerza despejando un poco la densa niebla haciéndome saber que que me encontraba en una montaña.
Miré a mi alrededor angustiada tratando de saber como era que había llegado a aquel lugar, sin embargo, al avanzar un poco me topé con un risco que conducía a un profundo abismo haciéndome dar unos pasos hacía atrás asustada a la vez que me alejaba de mi asegurada muerte.

¿¡Dónde estoy?! ¿¡Y el santuario?!

Pensé mientras me recuperaba de aquel susto y avanzaba en dirección opuesta del abismo, poco a poco comencé a notar como un olor putrefacto inundaba mi nariz provocándome náuseas. Mientras avanzaba noté como mis pisadas resonaban y crujían provocando un eco siniestro.

- ¿E-Eh?... -

Bajé mi mirada despacio para averiguar de donde provenía aquellos ruidos tan aterradores, al percatarme de lo que sucedía mi mirada se ensombreció haciéndome soltar un grito desgarrador: debajo de mis pies se hallaban pilas de huesos humanos en un gran lago de sangre, extrañamente algunos de los cráneos aún conservaban los ojos y algunos cabellos. Mi kimono rápidamente se ensuciaba de aquel líquido escarlata haciéndome levantar la mirada asustada sin entender lo que sucedía hasta que entre lágrimas de terror logré vislumbrar una silueta delante mío de un hombre entre la neblina.

- ¿D-Douma?... ¿Eres tú? -

Pregunté temblando tratando de averiguar si realmente era él: noté que su traía su capa y unos abanicos que siempre traía consigo, sin perder más tiempo, corrí en su dirección a abrazarlo mientras más lágrimas de angustia se desbordaban de mi ojos a la vez que mi corazón latía rápidamente.

- ¡Douma! -

Lo abracé fuertemente sintiendo un alivio enorme inmediato después de aquel evento tan desconcertante, percibí que deslizaba su mano por mi espalda lentamente sin corresponder.
Su caricia lentamente se tornaba más incómoda, levanté mi mirada para cruzarla con la suya, aquellos ojos que alguna vez me tenían totalmente hechizada estaban tornados de un escarlata iracundo, me separé rápidamente al notar que no era el demonio que tanto amaba, su cabello era negro azabache con una tez pálida.

¿Q-Quién es él?...

Me dije retrocediendo y antes de que pudiera decir algo, aquel me tomo del cuello fuertemente suspendiéndome en el aire haciendo que el oxígeno me hiciera falta al instante.
Lo miraba a los ojos con desesperación tratando de que me soltara pero solo fijaba su mirada en mi mientras daba unos pasos al abismo, estiró su brazo parando el risco y me sujeté de su mano fuertemente.

- ¡D-Deténganse! -

Tartamudeaba apenas audible sin soltarme de su brazo, miraba con terror aquel oscuro vacío, sonrió y me dejó caer en con un grito horrorizado.

Desperté sobresaltada con un grito a la vez que respiraba entrecortadamente con un sudor frío que recorría mi tembloroso cuerpo, sujetaba mi pecho con angustia tratando de recuperarme de aquella pesadilla volviéndome a recostar en el césped dejando ir un suspiro profundo, sujetaba mi cuello tratando de asimilar lo que había sucedido en mi mente.

- Maldita sea...  -

Dije pensando en voz alta mientras olvidaba sin mas aquel sueño aterrador, no le quería dar importancia ya que me ahorraría una preocupación más. Aún no podía creer totalmente que Douma era un demonio además de que me obligó a dejar el santuario dejando todos mis seres queridos atrás, extrañaba a Neun.

Espero que esté bien... Que todos estén bien.

Dejé que mi mirada regresara a aquel loto de hielo para revivir una vez más aquel recuerdo que tanto atesoraba, aquella flor continuaba igual de preciosa que la noche anterior y no pude evitar tomarla con cuidado, acariciaba sus pétalos recordando su promesa. 

𝐿𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝐻𝑖𝑒𝑙𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora