Desaparición - Capítulo 17

8.8K 928 462
                                    

El sol del medio día estaba resplandeciendo, parecía que aquellas tormentas de hace unos días hubieran cesado para siempre mientras que una delicada brisa sacudía levemente los adornos colgantes del santuario, me preparaba para ir al enorme mercado del centro del pueblo. Por fortuna, mi brazo iba estupendamente bien, tan solo unas cuantas semanas más y podré hacer mis tareas habituales.
Desde que Samiku fue arrestada, todo a sido mucho más pacífico gracias a que nombraron al señor Makeoto jefe del personal debido a lo justo y comprensivo que era, solo que a veces su necedad era un poco extrema en algunas ocasiones.
Pero, desde hace 2 días el santuario se a mantenido cerrado. El señor Douma había salido nuevamente a un viaje rumbo al norte, siempre me preguntaba a dónde iba con tanta frecuencia, nunca hablaba de ello, ni siquiera un pequeño indicio de su paradero.

Ugh, ni siquiera le pude preguntar de la "maldición" que me a atormentado desde que Neun la mencionó.

Dispersé mis pensamientos sacudiendo mi mano y continúe mi camino, me propuse comprar unos duraznos y la medicina de Neun, inhalé fuertemente el fresco viento que tan solo duró unos segundos, olía a mil cosas: árboles, flores, comida, especias y mucho más; había perdido el rumbo gracias a las distracciones de mi cabeza pero sin darme cuenta, estaba al frente de la cárcel donde se suponía que estaba Samiku.
Me estremecí pero a la vez sentí un poco de compasión por lo sucedido, me hubiera gustado haber hecho las paces con ella y poder tener una relación sana.

Y si... ¿La visito aunque sea una vez?

Aún que sea para ver si está bien dentro de lo que cabe, me gustaría poder estar en paz con ella de una vez por todas.
Después de meditarlo unos segundos, opté por ir, tal vez no logre nada pero no perdería nada intentándolo.

¡Capaz que si nos llevamos bien y muestra un comportamiento exelente, la dejen salir y podamos ser amigas!

Uff, claro. ¿Cómo vas a ser amiga de alguien que te trató de matar 2 veces?

Aquella fantasía muy poco realista me dió los suficientes ánimos para adentrarme en el local; me acerqué al oficial que se encontraba en una mesa justo al frente del establecimiento, no me había dado cuenta que se trataba del mismo hombre que me golpeaba cada vez que veía la oportunidad, desafortunadamente, ya me había visto y rogué para que no me identificara.
Entrecerró los ojos y suspiro con un tono irritado, supuse que era por el calor del ambiente.

– ¿En qué puedo ayudarle señorita? –

Un alivio enorme recorrió mi cuerpo, no me reconoció y logré instantáneamente tranquilizarme.

– Bueno, estoy buscando a una chica, se llama Samiku Tohikio. Se supone que ingresó aquí hace unos cuantos días. –

Dije un poco nerviosa, no tenía idea de cómo me recibiría, capaz que grité y me corra del lugar.

– ¿Mmm? No tenemos a ningún prisionero con ese nombre, ¿Es alguna especie de broma? –

Mi cuerpo se quedó paralizado ante la noticia.

¿No... estaba?
Pero... El señor Douma me dijo claramente que la denunció y la entregó a los oficiales. ¿Qué demonios?

– ¡No no! No es una broma oficial, juraría que fue enviada aquí. –

– No hay nadie con ese nombre en mis registros, ni siquiera en los ejecutados. ¡Ahora largo de aquí! –

Golpeó la mesa asustándome y me alejé rápidamente del lugar, ese hombre siempre daba miedo a pesar de no importar cuál era la situación, su actitud siempre era así.
Estaba sorprendida. ¿Dónde estaba Samiku? Independiente de mis intenciones con ella, era extraño que no estaba registrada ahí, a menos que... Haya sido trasladada.
¿Tan rápido? No hubo alguna carreta o un movimiento extraño con oficiales de otro lugar.

Es como sí... Hubiera desaparecido de la nada.

Tal vez cuando regrese el líder le pueda preguntar y asegurarme que le sucedió, era demasiado extraño.

• • •

Después de unas cuantas horas, por fin me dirigía de regreso al santuario, hubo tanta gente en el lugar que ya estaba a punto de anochecer, el ambiente se comenzaba a volver más frío.
Me dirigía a la puerta principal mientras revisaba mis compras, no podía creer lo mucho que a mejorado todo, pero me faltaba una cosa más: una pequeña casa para dejar aquella habitación, era como un sueño, me prometí a mi misma esforzarme al máximo para poder comprar una y deshacernos de aquellas sensaciones raras en la noche.
Mientras me acercaba, ví a una chica de cabellos negros con azul sosteniendo algo entre brazos, parecia que no notaba mi presencia pero actuaba muy cautelosa.
Me acerqué lentamente pero gracias a mi torpeza pisé una hoja delatando mi posición, la mujer me miró rápidamente entre lágrimas, parecía muy desesperada.

– ¡Hola! ¿estás bien? ¿Puedo ayudarte en algo? –

Hable lo más amigable que podía pero la mujer se quedó callada, en su mirada había miedo y angustia. 
Me detuve y me comencé a inclinar para poder hablarle un poco más, me esforzaba en no asustarla.

– Verás, este lugar es para ayudar a las personas que estén en aprietos de cualquier índole, pero comencemos por partes, ¿Tienes nombre?  –

Nuevamente un silencio tétrico se apoderó del ambiente, la mujer miraba angustiada lo que tenía en brazos para luego mirarme fijamente.

– S-Soy... Kotoha. –

– Mucho gusto Kotoha, verás, yo sirvo directamente en este sitio, puedo ofrecerte un lugar para quedarte está noche. –

Ella simplemente fijaba sus ojos en mi hasta que asintió lentamente, su voz era débil y temblorosa.
Me terminé de acercar a ella y me dí cuenta de todas las heridas que poseía: un golpe muy marcado en su ojo, rasguños, moretones. Era un claro indicio de maltrato.
Comenzamos a entrar a el lugar mientras la guiaba apoyando con cuidado mi mano en su hombro, nos dirigimos a una habitación justo al lado de la mía ya que quería estar al pendiente de ella.
Abrí el fusuma para permitirle el acceso y entró de una manera muy cuidadosa.

– Bien, puedes quedarte aquí Kotoha, verás, el du- ¿Uh?

Me interrumpió un pequeño movimiento que noté de lo que llevaba en brazos.
Ella solo abrazó con mayor fuerza aquel pequeño paquete que se comenzaba a sacudir bastante, sus intentos fallidos de ocultarlo eran totalmente en vano.
No pude evitar preguntarle debido a la curiosidad.

¿Era un perro? ¿O algún animal?

– ¿Qué tienes ahí Kotoha? Se mueve mucho, jeje. –

Reí un poco para alivianar la tensión de la situación, el bulto continuaba restociendose levemente.
La mujer no pudo esconderlo más y le quitó una de las mantas que tenía encima.

Mi sopresa fue enorme, y no pude evitar maravillarme.

¡Era un hermoso bebé!

Era tan tierno que me acerqué para verlo con mayor detalle, tenía unos ojos hermosos y una piel tan suave.

– ¿Cómo se llama este precioso pequeño? –

Pregunté llena de ilusión, acerqué uno de mis dedos para ver su reacción, al cabo de unos segundos, sacudió las manos mientras dejaba ir unas risas adorables.

– Su nombre es Inosuke.–

– ¿Inosuke? ¡Que precioso nombre! –

Dije mientras observaba al pequeño reír.

𝐿𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝐻𝑖𝑒𝑙𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora