Confusión - Capítulo 42

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Un llanto desconsolado abundaba en el lugar mientras un dolor inmenso envenenaba mi atormentado corazón.
Estaba en la habitación del líder refugiándome en una de las esquinas desahogándome mientras abrazaba con fuerza mis piernas intentando de asimilar todo lo que había ocurrido en las últimas horas. El doctor Kusuri me había informado de todo el daño que había sufrido gracias a esa terrible emboscada, recordaba su mirada dolida al decirme la horrible noticia: una hemorragia interna más los terribles golpes en mi abdomen provocaron que un aborto espontáneo ocurriera.

¿Por qué?... ¿P-Por qué?

Aquellas palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza sin parar, el dolor era inmenso, no podía dejar de llorar a la vez que me rompía por dentro. No entiendo la razón de el porque de todas estas terribles calamidades justo cuando creí que todo podría ir en un buen camino al fin. Desde aquella vez que le conté La verdad a Douma en la lluvia, sentí un alivio enorme al saber que estaría a mi lado sin importar lo que suceda.

Creí... que tal vez, solo tal vez, él podría ser la persona con la que pase el resto de mi vida y crear una familia en un futuro, pero solo es una mera ilusión que jamás se hará realidad.

Mi llanto continuaba extendiendo mi agonía pero soltando todo el dolor que guardaba mi corazón, necesitaba un abrazo de aquel hombre que amaba.
El médico me dijo que se había marchardo con una actitud extraña, una mirada sombría. Aquellas palabras me habían dejado intranquila preguntándome si volvería o no y miré a mi alrededor extrañando su cálida presencia.

L-Lo necesito... T-Te necesito...

Dejaba caer mi cabeza en mis rodillas para continuar desahogándome hasta que sentí una suave mano acariciándome, se deslizaba lentamente hasta llegar a mi mejilla, su pulgar acariciaba delicadamente mi piel y rápidamente levanté la mirada para ver de quién se trataba.

- Lamento haberme ido... -

Dijo entre murmullos Douma en la penumbra, apenas podía verlo pero no me detuve a preguntar y me levanté para abrazarlo con todas mis fuerzas, sin embargo, el me dió un beso en mis labios mientras mis lágrimas continuaban cayendo, la fuerza del abrazo aumentaba cada más.

- Escucha... Y-Yo... -

Comenzó mientras me miraba a los ojos, nuevamente su mano acarició mi rostro, lágrimas continuaban brotando y él las limpiaba delicadamente mientras me daba otro pequeño beso en mi cabeza.

- ... No quiero que te culpes por lo que sucedió, continuaré a tu lado y ese maldito tendrá tarde o temprano su merecido. -

Asentí apegándome más a él sintiendo su calidez haciendo que me sintiera más segura.

- Tranquila, mi loto de hielo. Esta es la última vez que alguien te hace daño. -

Una sensación extraña recorrió mi cuerpo cuando lo ví a los ojos, él solo sonrió dulcemente mientras me daba otro beso en mi frente. Me sostuvo en brazos repentinamente mientras se dirigía al futón, con cuidado nos recostamos para descansar y no pude evitar apegarme lo más que podía a él.

Un sueño comenzó a crearse en mi subconsciente: estaba sola en un páramo oscuro y desierto, solo reinaba un silencio cada vez más tétrico que poco a poco me comenzaba a atemorizar. Conforme pasaban los segundos, una voz siniestra la cual apenas era audible rompió el silencio.

- Cui...dado... -

Comencé a abrir los ojos lentamente a la mañana siguiente mientras la voz se perdía en mis pensamientos, era demasiado temprano pues el sol aún no salía en su totalidad, noté que Douma continuaba a mi lado dormido, me acomodé para mirarlo y acariciar su rostro con dulzura, estaba de cierto modo feliz de poder estar aún con él, pero pero unas preguntas comenzaron a resonar en mi cabeza.

𝐿𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝐻𝑖𝑒𝑙𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora