Capítulo 17

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Los Cinco Campeones, Exigimos una Explicación

Narra Lily

Harry permaneció sentado y yo... yo quede estupefacta sin entender que estaba sucediendo, consciente de que todos cuantos estaban en el Gran
Comedor nos miraban.

Me sentía aturdida, atontada, Harry parecía estar igual de perdido que yo.

Debíamos de estar soñando.

O no había oído bien.

Nadie aplaudía.

Lo único que se me ocurrió fue buscar la mirada de Sam que me miraba igual de asustada y yo negaba suavemente con la cabeza tratando de decirle que yo no lo hice.

Un zumbido como de abejas enfurecidas comenzaba a llenar el
salón.

Algunos alumnos se levantaban para vernos mejor, que seguíamos inmóviles, mi hermano sentado en su sitio y yo estaba al lado de Dumbledore sin saber que hacer.

En la mesa de los profesores, la profesora McGonagall se levantó y se acercó a Dumbledore, con el que cuchicheó impetuosamente.

No podía escuchar nada, no aparte la vista de Sam buscando algo que me dijera que era mentira, pero también parecía estar en shock.

El profesor Dumbledore
inclinaba hacia ella la cabeza, frunciendo un poco el entrecejo.

Harry se volvio hacia hacia Ron y Mione.

Yo me volví  hacia Alex, Malfoy, Andy y Sam

Más allá de ellos, vi que todos los demás ocupantes de las largas mesas de Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin me miraban con la boca abierta.

-Yo no puse mi nombre -dijimos Harry y yo, totalmente confusos-. Ustedes lo saben.

Me referia a los chicos y uno y otro nos devolvieron la misma mirada de aturdimiento.

En la mesa de los profesores, Dumbledore se irguió e hizo un gesto afirmativo a la profesora McGonagall.

-¡Harry y Lily Potter! -llamó-. ¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor!, ¡Lily vamos!

Vi que Hermione le susurro algo a mi hermano, dándole un leve empujón.

Harry se puso en pie, se pisó el dobladillo de la túnica y se tambaleó un poco.

Avanzó por el hueco que había entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff.

Me pareció un camino larguísimo hasta que llegara a mi lado.

Me parecio que no llegaba nunca, la manera que me miraban todos me daban unas grandes ganas de vomitar.

El zumbido se hacía cada vez más fuerte.

Después de lo que le pareció una hora, ambos nos paramos enfrente de Dumbledore y notamos las miradas de todos los profesores.

-Bueno… crucen la puerta, chicos- dijo Dumbledore, sin sonreír.

Ambos pasamos por la mesa de profesores.

Hagrid, sentado justo en un extremo, no nos guiñó un ojo, ni levantó la mano, ni hizo ninguna de sus habituales señas de saludo.

Parecía completamente aturdido y, al pasar, nos miró como hacían todos los
demás.

Salimos del Gran Comedor y me encontré en una sala más pequeña,
decorada con retratos de brujos y brujas.

Delante de nosotros, en la chimenea, crepitaba un fuego acogedor.

Cuando entramos, las caras de los retratados se volvieron hacia nosotros.

Mellizos Potter y el Torneo de los Tres MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora