Capítulo 24

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La Primicia de Rita Skeeter El Secreto de Hagrid Revelado

Narra Harry

Todos se levantaron tarde el 26 de diciembre.

La sala común de Gryffindor se encontraba más silenciosa de lo que había estado últimamente, y muchos
bostezos salpicaban las desganadas conversaciones.

El pelo de Hermione volvía a estar tan enmarañado como siempre, y ella confesó que mi hermana había empleado grandes cantidades de poción alisadora; "pero es demasiado lío para hacerlo todos los días" ,
añadió con sensatez mientras rascaba detrás de las orejas a Crookshanks, que ronroneaba.

Ron y Hermione parecían haber llegado al acuerdo de no tocar más el tema de su disputa.

Volvían a ser muy amables el uno con el otro, aunque algo formales.

Ron, Sam, Lily y yo la pusimos al tanto de la conversación entre Madame Maxime y Hagrid, pero ella no pareció encontrar tan sorprendente la noticia de que Hagrid era un semigigante.

-Bueno, ya me lo imaginaba -dijo encogiéndose de hombros-. Sabía que no podía ser un gigante puro, porque miden unos siete metros de altura. Pero, la verdad, esa histeria con los gigantes… No creo que todos sean tan horribles. Son los mismos prejuicios que tiene la gente contra los hombres lobo. No es más que intolerancia,
¿verdad?

Daba la impresión de que a Ron le hubiera gustado dar una respuesta mordaz, pero tal vez no quería empezar otra discusión, porque se contentó con negar con la cabeza cuando Hermione no lo veía.

Lily le dio un ligero golpe en el brazo.

Había llegado el momento de pensar en los deberes que no habían hecho durante la primera semana de vacaciones.

Una vez pasado el día de Navidad, todo el mundo se sentía desinflado.

Todo el mundo salvo mi hermana y yo, que otra vez comenzaba a preocuparme.

El problema era que, una vez terminadas las fiestas, el 24 de febrero parecía mucho más cercano, y aún no había hecho nada para descifrar el enigma que encerraba el huevo de oro.

Así pues, empecé a sacar el huevo del baúl cada vez que subía al dormitorio; lo abría y lo escuchaba con atención, esperando que algo cobrara sentido de repente.

Trataba de pensar a qué le recordaba aquel sonido, aparte de a una treintena de sierras musicales, pero nunca había oído nada que se le pareciera.

Cerré el huevo, lo agite vigorosamente y lo volvió a abrir para comprobar si el sonido había cambiado, pero no era así.

Intenté hacerle al huevo varias preguntas, gritando por encima de los gemidos, pero no le respondía.

Incluso tiró el huevo a la otra punta del dormitorio, aunque no creyó que fuera a servir de nada.

No olvidaba la pista que le había dado Cedric, pero los sentimientos de antipatía que éste le inspiraba entonces le hacían rechazar aquella ayuda siempre que fuera posible.

En cualquier caso, le parecía que, si de verdad Cedric hubiera querido echarle una mano, habría sido algo más explícito.

Yo le había explicado qué era exactamente a lo que se iba a enfrentar en la primera prueba… mientras que la idea que Cedric tenía de justa correspondencia consistía en aconsejarnos que se tomara un baño.

Bueno, él no necesitaba esa birria de ayuda, y menos de alguien que iba por
los corredores tomado de la mano de Cho.

Cada que decía eso mi hermana me daba un buen goloe en el brazo.

Mellizos Potter y el Torneo de los Tres MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora