Mellizos Potter y el Torneo de los Tres Magos

Capítulo 9

La Marca Tenebrosa, ¿La Elfina es Culpable?

Narra Lily

-No le digan a su madre que han apostado -imploró a Fred y George el señor Weasley, bajando despacio por la escalera alfombrada de púrpura.

-No te preocupes, papá -respondió Fred muy alegre-. Tenemos grandes planes para este dinero, y no queremos que nos lo confisquen.

Por un momento dio la impresión de que el señor Weasley iba a preguntar qué grandes planes eran aquéllos; pero, tras reflexionar un poco, pareció decidir que prefería no saberlo.

Pronto nos vimos rodeados por la multitud que abandonaba el estadio para regresar a las tiendas de campaña.

El aire de la noche llevaba hasta ellos estridentes cantos mientras volvíamos por el camino iluminado de farolas, y los leprechauns no paraban de moverse velozmente por encima de sus cabezas, riéndose a carcajadas y agitando sus
faroles.

Cuando por fin llegamos a las tiendas, los padres de Andy y Alex vinieron con nosotros y arrastraron la tienda con magia para estar cerca de nosotros nadie tenía sueño y, dada la algarabía
que había en torno a ellos, los señores Weasley, Pendragon y WolfWood consintieron en que tomaramos todos juntos una última taza de chocolate con leche que preparó Sam con ayuda de Ginny antes de acostarse.

No tardamos en enzarzarse en una agradable discusión sobre el partido.

El señor Weasley se mostró en desacuerdo con Charlie en lo referente al comportamiento violento, y no dio por finalizado el análisis del partido hasta que Ginny se cayó dormida sobre la pequeña mesa, derramando el chocolate por el suelo.

Entonces los tres señores nos mandaron a todos a dormir.

Mione, Sam y Ginny se metieron en su tienda Alex y Andy se metieron en sus propias tiendas, y Harry y el resto de los Weasley tambien se fueron a dormir.

Yo entre al último ya que aún me quedaba algo de chocolate y entre con las chicas

Se pusieron el pijama y se subieron cada una a su litera y yo las imité.

Desde el otro lado del campamento llegaba aún el eco de cánticos y de ruidos extraños.

-¡Fue un día excelente! -murmuró Mione ya media dormida

-Esperemos a mañana regresar a la madriguera, quiero volar en mi Saeta de fuego- dije yo subiendome en la litera superior

Sam, que se había acostado en una de las literas inferiores junto a Ginny, y Mione y yo estabamos en las superiores, estaba boca arriba observando la lona del techo de la tienda, en la que de vez en cuando resplandecían los faroles de los leprechauns.

Repasaba algunas de las jugadas más espectaculares de Krum, y me encantaría volver a montar la Saeta de Fuego y probar el Amago de Wronski con Harry.

Oliver Wood no había logrado nunca
transmitir con sus complejos diagramas la sensación de aquella jugada…

Me imaginé a Harry vistiendo una túnica con su nombre bordado a la espalda con la sensación de oír la ovación de una multitud de cien mil
personas cuando Ludo Bagman pronunciaba su nombre ante el estadio: "¡Y con ustedes… Potter!"

Y yo por supuesto estaré atenta a todas sus jugadas y mirandolo con ansias y apoyandolo en sus jugadas y en caso de algún accidente lo curare siendo una medimaga

No llegaría a saber a ciencia cierta si me había dormido o no (mis fantasías
de vuelos en escoba al estilo de Krum, más las indagaciones de ser medimaga curando a un centenar de personas podrían muy bien haber acabado siendo auténticos sueños); lo único que supe fue que, de repente, la gente por todas partes estaba gritando.