Mellizos Potter y el Torneo de los Tres Magos

Capítulo 25

El Huevo y el Ojo, El Cántico, y Casi Atrapados

Narra Lily

Como Harry no sabía cuánto tiempo tendríamos que estar bañandonos para desentrañar el enigma del huevo de oro, decidió hacerlo de noche, cuando podríamos tomarnos todo el tiempo que quisiéramos.

Aunque no le hacía gracia aceptar más favores de Cedric, decidió también utilizar el cuarto de baño de los prefectos, porque muy pocos tenían
acceso a él y era mucho menos probable que nos molestaran allí.

Harry planeó cuidadosamente nuestra incursión.

Filch, el conserje, lo había pillado una
vez levantado de la cama y paseando en medio de la noche por donde no debía, y no quería repetir aquella experiencia.

Desde luego, la capa invisible sería esencial, y para más seguridad decidí llevar el mapa del merodeador, que, juntamente con la capa, constituía la más útil de nuestras pertenencias cuando se trataba de quebrantar
normas.

Aunque pueda leer mentes es mejor llevar algo con que anticiparse.

El mapa mostraba todo el castillo de Hogwarts, incluyendo sus muchos
atajos y pasadizos secretos y, lo más importante de todo, señalaba a la gente que había dentro del castillo como minúsculas motas acompañadas de un cartelito con su nombre.

Las motitas se movían por los corredores en el mapa, de forma que nos daríamos cuenta de antemano si alguien se aproximaba al cuarto de baño.

El jueves por la noche fui fue furtivamente a la habitación de mi hermano con el huevo en mano, nos pusimos la capa, volvimos a bajar la escalera y, exactamente como habíamos hecho la noche en que Hagrid nos mostró los dragones, esperamos a que abrieran el hueco del retrato.

Esta vez fue Ron quien esperaba fuera para darle a la Señora Gorda la contraseña Buñuelos de plátano.

-Buena suerte -nos susurró Ron, entrando en la sala común mientras salíamos.

No se porque tengo la sensación que algo va a salir mal de esto.

En esta ocasión resultaba difícil moverse bajo la capa con ambos huevos pesados en los brazos, daba gracias a Alex por ayudarme con el nuevo entrenamiento, Harry llevaba el mapa sujeto delante de la nariz y con el otro llevaba la capa para que no se cayera de encima de nosotros.

Pero los corredores estaban iluminados por la luz de la luna, vacíos y en silencio, y él consultando el mapa de vez en cuando se aseguraba de no encontrarse con nadie a quien quisiera evitar.

Cuando llegó a la estatua de Boris el Desconcertado, un mago con pinta de andar perdido, con los guantes colocados al revés, el derecho en la mano izquierda y viceversa, localizó la puerta, se acercó a ella y, tal como le había indicado Cedric, susurró la contraseña:

-Frescura de pino.

La puerta chirrió al abrirse.

Ambos nos deslizamos por ella, echó el cerrojo después de entrar y, mirando a su alrededor, nos quitamos la capa invisible.

Mi reacción inmediata fue pensar que merecía la pena llegar a prefecto sólo para poder utilizar aquel baño.

Estaba suavemente iluminado por una espléndida araña llena de velas, y todo era de mármol blanco, incluyendo lo que parecía una piscina vacía de forma rectangular, en el centro de la habitación.

Por los bordes de la piscina había unos cien grifos de oro, cada uno de los cuales tenía en la llave una joya de
diferente color.

Había asimismo un trampolín, y de las ventanas colgaban largas cortinas de lino blanco.