Capítulo 32

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Hueso, Carne y Sangre El Regreso del Señor Tenebroso

Narra Harry

Sentí que los pies daban contra el suelo.

La pierna herida flaqueó, y caí de bruces.

Mi mano, por fin, soltó la Copa de los tres magos.

-¿Dónde estamos? -pregunté.

Cedric sacudió la cabeza.

Lily se levantó, y me ayudó a ponerse en pie, y los dos miramos en torno.

Habíamos abandonado los terrenos de Hogwarts.

Era evidente que habíamos viajado muchos kilómetros, porque ni siquiera se veían las montañas que rodeaban el castillo.

Nos hallabamos en el cementerio oscuro y descuidado de una pequeña iglesia, cuyasilueta se podía ver tras un tejo grande que tenían a la derecha.

A la izquierda se alzaba una colina.

En la ladera de aquella colina se distinguía apenas la silueta de una casa antigua y magnífica.

Cedric miró la Copa y luego a nosotros.

-¿Les dijo alguien que la Copa fuera un traslador? -preguntó.

-Nadie -respondió Lily, mirando el cementerio.

El silencio era total y algo inquietante.

-¿Será esto parte de la prueba?- preguntó mi hermana.

-Ni idea -dijo Cedric. Parecía nervioso-. ¿No deberíamos sacar la varita?

-Sí -asentí, contento de que Cedric se hubiera anticipado a sugerirlo.

Las sacamos.

Lily seguía observando a su alrededor mientras tintineaba con el brazalete que se puso antes de tocar el traslador, al tener el brazalete puesto le limitaba pero ayudaba a que ella no tuviera el dolor aumentado.

Uso la varita para cambiar el cabestrillo como lo había hecho el profesor Lupin en tercero para que pudiera caminar.

Lily volvió a levantar la mirada cautelosa.

Sabía lo que pasaba por su cabeza tenía otra vez la extraña sensación de que nos vigilaban.

-Alguien viene -dijo de pronto Lily.

Escudriñando en la oscuridad, vislumbramos una figura que sr acercaba caminando derecho hacia nosotros por entre las tumbas.

No podía distinguirle la cara; pero, por la forma en que andaba y la postura de los brazos, pensó que llevaba algo en ellos.

Quienquiera que fuera, era de pequeña estatura, y llevaba sobre la cabeza una capa con capucha que le ocultaba el rostro.

La distancia entre nosotros se acortaba a cada paso, permitiéndonos ver que lo que llevaba el encapuchado parecía un bebé… ¿o era simplemente una túnica arrebujada?

Bajé un poco la varita y eché una ojeada a Cedric.

Lily mantenia la varita en alto en estado de muy alerta.

Éste nos devolvió una mirada de desconcierto.

Los tres volvimos a observar al que se acercaba, que al fin se detuvo junto a una enorme lápida vertical de mármol, a dos metros de nosotros.

Durante un segundo, los tres y el hombrecillo no hicimos otra cosa que
mirarnos.

Y entonces, sin previo aviso, la cicatriz empezó a doler.

Mellizos Potter y el Torneo de los Tres MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora