Capítulo 36

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Caminos Separados Fudge Fuera de sus Cabales

Narra Harry

Dumbledore se levantó y miró un momento a Barty Crouch con desagrado.

Luego alzó otra vez la varita e hizo salir de ella unas cuerdas que lo dejaron firmemente atado.

Se dirigió entonces a la profesora McGonagall.

-Minerva, ¿te podrías quedar vigilándolo mientras subo con Harry y Lily?

-Desde luego -respondió ella.

Daba la impresión de que sentía náuseas, como si acabara de ver vomitar a alguien.

Sin embargo, cuando sacó la varita y apuntó con ella a Barty Crouch, su mano estaba completamente firme.

-Severus, por favor, dile a la señora Pomfrey que venga -indicó Dumbledore-. Hay que llevar a Alastor Moody a la enfermería. Luego baja a los terrenos, busca a Cornelius Fudge y tráelo acá. Supongo que querrá oír personalmente a Crouch. Si quiere algo de mí, dile que estaré en la enfermería dentro de media hora.

Snape asintió en silencio y salió del despacho.

-Harry, Lily… -llamó Dumbledore con suavidad.

Me levanté y volví a tambalearme.

El dolor de la pierna, que no había
notado mientras escuchaba a Crouch, acababa de regresar con toda su intensidad.

También me di cuenta de que temblaba.

Dumbledore me agarró del brazo, Lily del otro y me ayudaron a salir al oscuro corredor.

-Antes que nada, quiero que vengan a mi despacho -le dijo en voz baja, mientras nos encaminamos hacia el pasadizo-. Sirius nos está esperando allí.

Lily asintió con la cabeza por los dos.

Nos invadían una especie de aturdimiento y una sensación de total irrealidad, pero no hizo caso: estaba contento de encontrarse así.

Podía sentir a Lily temblar completamente pero decidida a no dejar todo el peso en Dumbledore.

Ninguno de los dos quería pensar en nada de lo que había sucedido después de tocar la Copa de los tres magos.

No queríamos repasar los recuerdos, demasiado frescos y tan claros como si
fueran fotografías, que cruzaban por la mente.

Ojoloco Moody dentro del baúl, Colagusano desplomado en el suelo y agarrándose el muñón del brazo, Voldemort surgiendo del caldero entre vapores, Cedric… muerto, Cedric pidiendo que lo llevemos con sus padres...

-Profesor -murmuró Lily, ¿dónde están los señores Diggory?

-Están con la profesora Sprout -dijo Dumbledore. Su voz, tan impasible
durante todo el interrogatorio de Barty Crouch, tembló levemente por vez primera-. Es la jefa de la casa de Cedric, y es quien mejor lo conocía.

Llegamos ante la gárgola de piedra.

Dumbledore pronunció la contraseña, se hizo a un lado, y los tres subimos por la escalera de caracol móvil hasta la puerta de roble.

Dumbledore la abrió.

Sirius se encontraba allí, de pie.

Tenía la cara tan pálida y demacrada como cuando había escapado de Azkaban.

Cruzó en dos zancadas el despacho.

-¿Están bien, Lily, Harry? Lo sabía, sabía que pasaría algo así. ¿Qué ha ocurrido?

Mellizos Potter y el Torneo de los Tres MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora