Capítulo 4

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Entrada y Salida de Locos, El Regreso a La Madriguera

Narra Harry

A las doce del día siguiente, los baúles de ambos ya estaban llenos de nuestras cosas del colegio y de nuestras posesiones más apreciadas: la capa invisible heredada de nuestro padre, las escobas voladoras que nos había regalado Sirius y el mapa encantado de
Hogwarts que le habían dado a Lily Fred y George el curso anterior.

Habíamos vaciado de todo comestible el espacio oculto debajo de la tabla suelta de la habitación y repasado dos
veces hasta el último rincón del dormitorio para no dejar olvidados ninguna pluma ni ningún libro de embrujos, y Lily había despegado de la pared el calendario en que marcaba los días que faltaban para el 1 de septiembre, el día de la vuelta a Hogwarts.

El ambiente en el número 4 de Privet Drive estaba muy tenso.

La inminente llegada a la casa de un grupo de brujos ponía nerviosos e irritables a los Dursley.

Tío Vernon se asustó mucho cuando Harry le informó de que los Weasley llegarían al día siguiente a las cinco en punto.

-Espero que le hayan dicho a esa gente que se vista adecuadamente -gruñó de
inmediato-. He visto cómo van. Deberían tener la decencia de ponerse ropa normal.

Tuve un presentimiento que me preocupó.

Muy raramente había visto a los padres de Ron vistiendo algo que los Dursley pudieran calificar de "normal".

Los hijos a veces se ponían ropa muggle durante las vacaciones, pero los padres llevaban generalmente túnicas largas en diversos estados de deterioro.

A mi no me inquietaba lo que pensaran los vecinos y a Lily menos, pero sí lo desagradables que podían resultar los Dursley con los Weasley si aparecían con el aspecto que aquéllos reprobaban en los brujos.

Tío Vernon se había puesto su mejor traje.

Alguien podría interpretarlo como un
gesto de bienvenida, pero nosotros sabíamos que lo había hecho para impresionar e intimidar.

Dudley, por otro lado, parecía algo disminuido, lo cual no se debía a que su
dieta estuviera por fin dando resultado, sino al pánico.

La última vez que Dudley se había encontrado con un mago adulto, (aunque Hagrid no era un brujo en realidad), salió ganando una cola de cerdo que le sobresalía de los pantalones, y tía Petunia y tío Vernon tuvieron que llevarlo a un hospital privado de Londres para que se la extirparan.

Por eso no era sorprendente  que Dudley se pasara todo el tiempo restregándose la mano nerviosamente por la  rabadilla y caminando de una habitación a otra como los cangrejos, con la idea de no presentar al enemigo el mismo objetivo.

La comida (queso fresco y apio rallado) transcurrió casi en total silencio.

Dudley ni siquiera protestó por ella.

Tía Petunia no probó bocado.

Tenía los brazos cruzados, los labios fruncidos, y se mordía la lengua como masticando la furiosa reprimenda que hubiera querido echarnos a los dos.

-Vendrán en coche, espero -dijo a voces tío Vernon desde el otro lado de la mesa.

-Ehhh… -nos miramos sin saber qué contestar.

La verdad era que no había pensado en aquel detalle.

¿Cómo irían a buscarnos los Weasley?

Ya no tenían coche, porque el viejo Ford Anglia que habían poseído corría
libre y salvaje por el bosque prohibido de Hogwarts, por culpa mía y de Ron y aunque Lily intento detenernos igual disfrutó el viaje.

Mellizos Potter y el Torneo de los Tres MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora