Mellizos Potter y el Torneo de los Tres Magos

Capítulo 10

Alboroto en el Ministerio, Discusiones.

Narra Harry

El señor Weasley los despertó cuando llevaban sólo unas pocas horas durmiendo.

Usó la magia para desmontar las tiendas, y dejaron el cámping tan rápidamente como pudieron junto con los señores Pendragon y WolfWood.

Al pasar por al lado del señor Roberts, que estaba a la puerta de su casita, vieron que tenía un aspecto extraño, como de aturdimiento.

El muggle los despidió con un vago "Feliz Navidad".

-Se recuperará -aseguró el señor Weasley en voz baja, de camino hacia el páramo-. A veces, cuando se modifica la memoria de alguien, al principio se siente desorientado… y es mucho lo que han tenido que hacerle olvidar.

Los señores Pendragon se fueron solos con Alex quienes se despidieron con una cortés sonrisa.

Los señores WolfWood también se fueron por su cuenta despidiendose de nosotros y Andy diciendo que nos veríamos en Hogwarts

Al acercarnos al punto donde se hallaban los trasladores oímos voces insistentes.

Cuando llegaron vieron a Basil, el que estaba a cargo de los trasladores, rodeado de magos y brujas que exigían abandonar el cámping lo antes posible.

El señor Weasley discutió también brevemente con Basil, y terminamos poniendonos en la fila.

Antes de que saliera el sol tomamos un neumático viejo que los llevó a la colina de Stoatshead.

Con la luz del alba, regresamos por Ottery St. Catchpole hacia La Madriguera, hablando muy poco porque estabamos cansados y creo que todos solo pensabamos más en el desayuno.

Cuando doblamos el recodo del camino y La Madriguera apareció a la vista, nos llegó por el húmedo camino el eco de unas tres personas que gritaban:

-¡Gracias a Dios, gracias a Dios!

La señora Weasley y la Señora Brown (pues lo supe con el gran parecido que tenía con Samantha), que evidentemente nos habían estado aguardando en el jardín delantero, corrieron hacia nosotros, todavía calzada con las zapatillas que se ponía para salir de la cama, ambas tenían la cara pálida y tensas, la señora Weasley tenía un ejemplar estrujado de El Profeta en la mano.

-¡Samantha estas bien cariño!- y la abrazo registrandola que no tuviera ninguna herida, para abrazarla sollozando, aunque mi hermana jamás permitiría que algo le pasara a ella.

-¡Arthur, qué preocupada me han tenido, qué preocupada!

Le echó a su marido los brazos al cuello, y El Profeta se le cayó de la mano.

Al mirarlo en el suelo, distingo el titular Escenas de terror en los Mundiales de
quidditch, acompañado de una centelleante fotografía en blanco y negro que mostraba la Marca Tenebrosa sobre las copas de los árboles.

-Estan todos bien -murmuraba la señora Weasley como ida, soltando al señor Weasley y mirándonos con los ojos enrojecidos.- Están vivos, niños…

Y, para sorpresa de todo el mundo, tomó a Fred y George y los abrazó con tanta fuerza que sus cabezas chocaron.

Lily fue la única que solto un bufido al contener la risa con la mano.

-¡Ay!, mamá… nos estás ahogando…

-¡Pensar que los regañe antes de que se fueran! -dijo la señora Weasley,
comenzando a sollozar-. ¡No he pensado en otra cosa! Que si los atrapaba Quien-ustedes-saben, lo último que yo les había dicho era que no habían tenido bastantes TIMOS. Ay, Fred… George…