Middles. | TsukiHina |

I

Tsukishima Kei.

— Eres un Alfa —dice al fin el doctor.

Siento mi hombro ser apretado, giro mi vista hacia mi padre que me mira aliviado, observo como mamá y Akiteru me sonríen.

Era el resultado esperado.

Por alguna extraña razón mi mal humor aumenta, estoy cansado de esto, quiero irme.

— Quiero ir a casa — es lo único que digo.

Mamá asiente, sale y la sigo,  un olor suave a durazno se filtra por mi nariz cuando vamos a mitad del pasillo, giro mi vista a la puerta a mi derecha, observo la característica cabellera naranja, pero me sorprendo al ver tres de ellas, no una sino tres. Un sentimiento de calidez lucha por salir de lo más profundo de mi ser cuando veo como el menor sonríe en dirección a su mamá que tiene pinta de querer llorar y como carga en sus brazos a la que identifico como su hermana para abrazarse los tres.

— ¿Kei? 

— ¿Mmm? 

— ¿Pasa algo?

Mi ceño se frunce.

— No —respondo—  ¿por qué?

Entonces me doy cuenta, maldigo internamente, me quede parado a mitad del pasillo mirando algo que claramente no me debería interesar. Sigo mi camino simulando que no paso nada, estando fuera por otra extraña razón mi mal humor solo sigue aumentando y el olor del exterior solo lo empeora, una mezcla de aromas que deduzco provienen de sentimientos mezclados por el reciente descubrimiento de su casta.

— ¡Tsuki! —escucho la voz de Yamaguchi.

Hago un saludo de cabeza en respuesta, nuestras familias empiezan a conversar dejándonos de lado. 

— Alfa/Beta —decimos al mismo tiempo.

No es sorpresa, ambos imaginábamos cual sería nuestra casta desde hace mucho.

— Kageyama es Alfa tambien —dice de repente, mi ceño se frunce— me lo tope cuando ambos salíamos. 

Eso también era de esperarse, mi mente comenzó a pensar en que si los resultados son los esperados el pelinaranja sería Omega. 

— Eso quiere decir que si todo sigue así... Hinata será Omega tal y como lo habíamos hablado en el entrenamiento —me sorprendo pero no lo demuestro. 

Hay ocasiones donde seriamente me cuestionaba si Tadashi era capaz de leerme tan fácilmente, claro que sabía la respuesta, nos conocemos desde hace mucho pero aún así eso me hace sentir intranquilo, lo cual es algo tonto si lo pienso, sé que el peliverde jamás haría o diría algo para hacerme sentir mal.

— Puede ser —es lo único que suelto. 

Algo detrás de mi amigo me capta mi atención, algo debe pasarme hoy ya que no dejo de sentir como mi temperamento va de mal en peor, a lo lejos visualizo como el dúo raro camina con la hermana del pelinaranja en medio tomando las manos de los mayores mientras parece que pelean como siempre, me tenso cuando veo la cercanía nueva entre ellos, ¿será posible que...

— ¡Hinata, Kageyama! — grita el pecoso, mis alarmas se activan.

Giran sus miradas ante el llamado, parece que le dice algo a su mamá, la niña parece rehusarse a dejarlos ir y el otro a una mujer que no identifico.

— Yamaguchi, Tsukishima —dice el más pequeño cuando llega con una mirada extraña.

— ¿Y...? —pregunta por fin mi amigo.