XIV

439 58 8
                                    

Tsukishima Kei.

¿Qué paso?

¿Dónde estoy?

Escucho voces como un eco lejano, mi mente se siente nublada e intento mover mi cuerpo pero no lo consigo, todo da vueltas.

— Cuando termino el partido...

Intento agudizar mis sentidos y no caer en la desesperación pero es difícil, entonces siento calor, un calor abrazador que recorrer cada centímetro de mi cuerpo, siento mi sangre hirviendo como si de agua se tratará.

— Pensé que era por su herida y como se forzó a seguir...

Algo en mi pecho se remueve al escuchar unos ligeros sollozos, después de un rato entiendo que hay más de tres personas a mi alrededor.

— Tranquilo, todo estará bien...

— Debes salir de aquí, el aire...

Como si de una droga se tratará aspiro con un anhelo el ligero aroma a duraznos que percibo tan cerca, un escalofrió recorre mi cuerpo y entonces puedo sentir todo mi cuerpo en mi control de nuevo.

— No es correcto que estés aquí.

Silencio, no escucho nada y no me interesa, me concentro en ese aroma que me provee paz, sin embargo, justo ahora siento más que solo paz, algo en mi interior me hace sentir impaciente y ansioso.

— Bien, por favor manténgame informado...

Abro los ojos y parpadeo por la intensidad de las luces que me rodean, con desesperación intento comprender la situación y logro visualizar una mata de cabellos naranja salir de la habitación, mi corazón palpita frenéticamente, trago duro y me levanto.

— ¡¿KEI?! 

Observo a mi mamá que cubre su boca con ambas manos, en una vistazo logro reconocer a mi familia, enfermeras y un doctor.

— Por favor, toma asiento —pide el doctor.

— Sho... —murmuro.

Entonces reparo en los rostros de las enfermeras, sonrojados pero aún así se mantienen firmes.

— ¿Qué... —aclaro mi garganta— qué pasó?

— Hijo tú-

— Te lo explicare, pero debes tomar asiento —insiste el doctor.

— No me voy a sentar.

Escucho el jadeo de mi mamá, cierro los ojos buscando la porción de paciencia que siempre me obligo a mantener pero fracaso.

— Kei.

— Basta de eso —corto el llamado de mi papá—¿dónde está Hinata?

— Él se fue, no debe estar aquí.

— ¿Quién demonios determino eso? —gruño.

— Tranquilízate

— ¡No me digas que hacer! —grito— que alguien empiece a hablar de una maldita vez.

— ¡Kei! —regaña papá.

— Me estoy cansando de esto —aprieto los dientes.

— ¿Serías tan egoísta de exponer a ese pequeño Omega con tus feromonas? 

Abro los ojos ante la pregunta del doctor.

— ¿Qué? —respiro hondo—¿de qué está hablando?

— Entraste en celo —declara.

— No, aún no es tiempo —explico— y si así lo fuera, tomaría mis supresores.

Middles. | TsukiHina |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora