XXII

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Tsukishima Kei.

1 año y medio después.

Clavo la mirada sobre Shoyo que me regresa de la misma forma la mirada, ambos nos encontramos jadeando, cada parte de mi cuerpo quema y un calor abrasador se instala alrededor de nosotros.

— ¿Qué pasa Kei? —susurra provocándome, a lo que chasqueo la lengua—. ¿Cansado?

— Mira quien habla —respondí sintiendo una gota de sudor bajar por mi rostro—. Jadeando como si...

Gruño cuando relame sus labios casi como si me invitara a hacer algo, mi interior ruge al ver su abdomen al aire libre mientras limpia el sudor de su frente, alzo una mano para pasarlo por mi cabello y lo despeino para distraerme.

— Ustedes...

Y el ambiente se corta.

— ¡Son tan intensos! —escucho los gritos, ruedo los ojos.

Nos giramos hacia la voz de la rubia que tiene un aura amenazante, ambos jadeamos por el esfuerzo durante este tiempo y esperamos el regaño.

— Será mejor que paren ahora y se disculpen —brama.

— ¡Sí! —grita el pelinaraja, asiento.

— Tsukishima —llama—. Debes moderar tu fuerza, no debes dejarte llevar por la emoción de Hinata.

— Bien.

— No me ignores —masculla—. Ahora ve y discúlpate con Nao, también con sus fanáticas.

— Pero eso..

— ¿Dijiste algo? —niego con irritación—. Eso creí.

— Esto es tu culpa —le digo en cuanto Yachi se va.

— ¿¡Ah?! ¡Tú eres él que se emocionó de más!

— No grites, puedo escucharte perfectamente —me acerco a Nao que nos mira asustada—. ¿Estás bien?

— S-Sí... no pasa nada Tsukishima-san, para mi buena suerte Yachi-san me salvó.

— Bien, de nuevo lo siento, tendré más cuidado la próxima vez.

— ¡Hinata-san!

— ¡Tsukishima-san!

Nos dirigimos a la entrada donde un grupo de chicas vino a observar un partido de práctica, Shoyo estaba en el equipo contrario para enseñar a mejorar sus recepciones y yo los bloqueos.

— ¡Por favor toma esto senpai! —extiendo mis manos recibiendo botellas de agua.

— Gracias, no debían...

— ¡No, no es ninguna molestia.

— ¡Hinata-san estuvo increíble! —de reojo observo como las mejillas de la chica se sonrojan cuando el aludido le sonríe recibiendo su regalo.

— Muchas gracias chicas.

Entonces su mirada se cruza con la mía, sonrío de lado mientras lo miro altivo, muerde su labio y casi quiero tomarlo entre mis brazos para salir de aquí.

— Chicas —muy tarde—. Me temo que el espectáculo se acabo, las clases están por comenzar y no queremos recibir un regaño por mantenerlas aquí.

Las quejas no se hacen esperar, suspiro dándome la vuelta y dejo las cosas sobre la banca donde tomo asiento, limpio mi cara con mi toalla y sonrío al sentir su calor detrás de mí.

— ¿Estás muy cansado?

— Hmm... —ladeo mi cabeza cuando siento sus manos sobre mis hombros—. Creí que habíamos acordado no usar ese tono en el gimnasio o la escuela.

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⏰ Última actualización: Nov 09 ⏰

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