1: Perdón, estás despedido

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—Lamentamos mucho notificarle que...

—Realmente nos entristece decirle...

—Lo sentimos mucho, pero...

—Siento decirle que...

—... Está despedido, señor Parker.

Tan solo recordar el último despido que se le había sido notificado hace una semana le hacía doler la cabeza, más ver el desorden de cajas que en su nuevo departamento, lo incrementaba en proporciones estresantes.

Suspiró mientras atravesaba el laberinto que se había formado en el suelo de madera, recordando el alivio que sintió cuando el contrato de su anterior piso había acabado. La poca suerte que la vida tenía para él, le había permitido no endeudarse con la exagerada cuota de alquiler que el dueño aumentaba una vez al mes. Pocas veces el destino jugaba a su favor y últimamente así había sido.

Pero como alguien que la mala suerte le corría por la sangre, sabía que las desgracias pronto vendrían por el equilibrio entre tanta dicha.

Llegó hasta la mesada de la cocina, de color negro, y totalmente reluciente. Allí había colocado la cafetera, que aun en ese momento, mantenía caliente la oscura bebida. Entre las pocas cosas que había desempacado estaban una taza, la tostadora y una sartén. Había llegado el día anterior, y entre los intentos de que en recursos humanos le atendieran, se pasó todo el tiempo en el teléfono hasta que Emma, la tan querida Emma que le conseguía trabajo de cualquier tipo, por fin le había contestado, alegando que hoy tendría noticias para él.

Se sirvió una taza de café, esperó unos segundos, y le dio un largo sorbo. Eran las dos de la tarde y él apenas ingería algo. No hizo nada más que desempacar y tomar muchas otras tazas hasta que el típico ring ton de una llamada resonó por toda la sala de estar. Corrió hasta él, casi cayendo al piso en el intento, y atendió.

—¿Habla Jett, desempleado alfa, Parker? —escuchó al otro lado de la línea junto a una risa mal contenida.

—¿Conseguiste algo? —se apresuró a preguntar él, rogando que la respuesta fuera una positiva, pero el miedo le invadió cuando escuchó un suspiro del otro lado.

—Te conseguí un puesto como chófer, la paga es bastante generosa a comparación de todos los empleos que has tenido anteriormente Jett —el teléfono casi se le cae al suelo, solo Emma podía mover las cosas tan rápido para ayudarle.

Ella conocía su situación, no era alguien que contara con una gran herencia o familia. Era uno de los pocos Alfas de primer rango que no contaba con empresas y poder, él solo tenía a su abuela Carly, que vivía al otro lado del país. Debía generar sus propios ingresos si es que quería seguir adelante con su vida, pero los trabajos le duraban demasiado poco.

—¿Para quién trabajaré, Emma?.

—Para la familia Foster, pero antes debes ir a una entrevista.

Tardo algo de tiempo en seguir la conversación, todo el mundo sabía quienes eran los Foster; dueños de las galerías más conocidas en toda Europa y América, pero con la principal cede allí, en Marvil. Si el puesto de trabajo era con ellos, debía esforzarse en que siguiera así más de dos meses, que es el tiempo récord que duro en un empleo.

—Está bien ¿Cuándo sería la entrevista? —preguntó mientras se recomponía totalmente de su anterior sorpresa, se levantó y camino hasta su cuarto, cuando llego solo se tiró en la cama; quería dormir.

—¿Son las cuatro de la tarde? —cuestionó Emma dudosa, él solo hizo un ruido afirmativo lo suficiente alto para que lo escuchara— Debes estar dentro de dos horas en la mansión de los Foster, el coordinador de empleados te hará la entrevista.

Un alfa sin suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora