Capítulo #16

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¡Advertencia! El siguiente capítulo contiene escenas de sexo. +18

Malek

Es increíble como congeniamos siempre. Reyna está aquí. En mi hogar de la infancia.

Cuando veo cómo se va del comedor una vez termina su comida me apresuro en seguirla con disimulo. La castaña sube al segundo piso y sonrío por eso. Estoy seguro de que no habrá nadie arriba.

Hoy no te escapas, preciosa.

Toco la puerta del baño y ella al poco tiempo la abre. Me mira sorprendida.

—¿Malek?

Le agarro la mano y la llevo hasta mi antigua habitación. Todo está como cuando me fui de la casa.

—Que básico —comenta la castaña señalando un póster que está colgado sobre el armario. Es una mujer rubia y esbelta en traje de baño posando junto a un auto negro. Ahora que veo ese póster me avergüenzo de mi etapa de puberto— ¿Ese eres tú de bebé?

Veo las fotos pegadas en la pared y enserio comienzo a arrepentirme de haberla traído a esta habitación. Agarro una foto entre todas las demás y la escondo debajo de un cuaderno. Espero que no la haya visto.

—Desde muy joven tienes un buen trasero —dice Reyna sin vergüenza alguna.

Si vio la foto. En la foto estaba corriendo por la casa desnudo a los tres años aproximadamente.

Me gire para encararla:

—Entonces, ¿te gusta mi trasero?

—He visto mejores.

Está jugando con mi ego. Parece que realmente disfruta verme desorientado.

El agarro de la cintura y la llevo a mi cama. Antes de que pudiera levantarse, comienzo a hacerle cosquillas. No reacciona.

—¡Ja!, no soy cosquillosa —con una sonrisa victoriosa ella me empuja para subirse encima mío y hacerme cosquillas.

Tampoco reaccioné.

—No soy cosquilloso —le sonrió.

Ella rueda los ojos y deja de mover sus manos para detenerlas en mis pectorales.

—No es justo —Reyna hace un puchero y deja caer su cabeza en la almohada mientras continúa encima mío.

Acarició su cintura y espalda sobre la tela y ella jugó con mi pelo. Nos miramos a los ojos y luego a nuestros labios.

No logro contenerme y la beso. El beso comenzó lento, pero se intensificó al poco tiempo.

—¡Joder, Malek! —me reprende la castaña cuando nos separamos en busca de oxígeno— ¡Están nuestros padres abajo!

Ah.

Es verdad.

Vuelvo a juntar nuestros labios y ella no hace ningún movimiento para alejarme. La música está muy alta y mis padres prohibieron la entrada al segundo piso; en conclusión, no nos atraparán. Eso creo, ¡no sé! Cuando estoy con Reyna es difícil pensar racionalmente.

Ella cruza sus piernas a cada lado de mi cintura y se sienta en mi miembro. Se mueve de adelante hacia atrás logrando una fricción que me prende enseguida y levanto mi cadera como si la estuviera penetrando.

—¡Mm! —Reyna se muerde su labio inferior y la vista de sus mejillas sonrojadas y ojos dilatados desde mi posición es majestuosa.

La castaña me sorprende cuando se quita el vestido sobre su cabeza dejando a la vista su pecho desnudo y sus bragas blancas. ¡A la madre que me parió!

Me levanto un poco para quitarme la camisa y desabrochar el cinturón de mi pantalón. Todavía con los pantalones puestos, libero mi falo erecto y hago a un lado las bragas de la castaña para comenzar a frotar nuestras intimidades. Esta humedad. La penetró con una lentitud que hace que Reyna se queje, pero quiero disfrutar de la más mínima sensación. Cuando por fin la llenó completamente con mi longitud los dos suspiramos.

—¡Dios! —jadeo la castaña cuando salí de ella para luego penetrarla lentamente. Continúe moviendo mis caderas en un compás lento pero intenso que parecía impacientar mucho a la castaña— Malek, más...

—¿Más? ¿Más fuerte? ¿Más candente? ¿Más lento? —me hago el ignorante.

Ella me pellizca el cuello con sus dedos mientras me mira molesta.

—Más rápido.

Sonrío. Me gusta verla enojada. Se ve muy tierna.

Deje los juegos y la abrace para que se quedara debajo de mí. Subo sus piernas a mis hombros y agarró el respaldo de la cama como apoyo para aumentar el ritmo de mis embestidas. La taladro con fuerza desde principio a fin. Reyna muerde mi hombro para suprimir sus gritos y cierra sus ojos dejándose llevar. Descubro que le gusta cuando muevo mis caderas en círculos y frotó su clítoris con mi mano libre aumentando su placer.

Los sonidos que produce la castaña cerca de mi oreja me alimentan a no disminuir o detener el ritmo. Dejó marcas en sus senos y cuello.

Salgo de la castaña y cambié de posición. Ahora, Reyna está en cuatro y con la cabeza en la almohada. La penetró de nuevo siguiendo con el ritmo anterior: rápido e intenso.

—¡Ah! —grita sorprendida en cuanto le doy una nalgada. Su intimidad me succiona con fuerza dándome a entender que no le molesto. Mis manos tantean en apretar sus senos, estimular su clítoris y nalguearla— Me voy a correr, ¡oh!

—Aguanta un poco más, preciosa —aumento el ritmo de las penetraciones y ella logra su liberación. Arquea su espalda y pone los ojos en blanco mientras grita sin vergüenza. Intento no correrme dentro de Reyna cuando su coño aprieta mi falo de una forma exquisita y salgo de ella descargando mi leche en su espalda.

La castaña cae rendida en la cama y yo termino a su lado.

—Ahí se fue todo mi autocontrol —Reyna se ríe y me mira. Sus ojos están algo hinchados por las lágrimas que empezó a soltar en algún momento al igual que sus deliciosos labios.

Sonrió.

—Ahí se fue todo mi autocontrol —le devuelvo el comentario.

Tuvimos sexo después de la última vez y al igual que la primera vez, no me canso de esta mujer.

Esta vez, es la castaña quien toma la iniciativa para besarme y yo sigo sus pasos con gusto.

Terminamos haciéndolo unas tres veces más. En mi escritorio, en la ducha de mi baño y en la puerta de la habitación.

Ahora que Reyna no se resiste, ¿Qué creen que pase?

¡No caer en la tentación!.. de nuevo//HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora