Capítulo #6.5

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Joan 

No puedo dejar de molestar a Carolina. Ella es sexy cuando se enoja; además, se ve aún más sexy cuando está mojada por lo que la tiró de nuevo a la piscina. 

—¡Eres un cabrón, Joan! —maldice la rubia— Eres un loco.

Me señalé a mi mismo con falsa sorpresa:

—¿Yo? —pregunte sin creérmelo—. Tu no eres quien para hablar, Reyna y yo siempre tenemos que ayudarte a resolver tus locuras. 

La rubia pone los brazos en su cintura y camina hacia las sillas en las que estoy recostado. La miro desde lo bajo y parece una maldita diosa con ese traje de baño.

—¿Qué locuras? —pregunta enojada—. Menciona una. 

Levanté una ceja acusatoriamente. Por dónde empezar.

—Undécimo grado: te torciste el tobillo cuando intentaste montar una patineta para conquistar a un chico y llevabas tacones. ¿Si recuerdas quién fue tu cojín humano cuando te caíste verdad? —me señalé a mi mismo. 

La rubia aprieta los labios molesta, pero parece perderse por un momento en sus pensamientos, probablemente recordando el momento. 

—Eso no es nada —se defiende. 

Apenas empiezo, muñeca. 

—Primer año de universidad: Reyna y yo pescamos un resfrío cuando nos suplicaste que te ayudáramos a distraer a tus padres una noche para que pudieras follar a un chico en la casa. 

Las mejillas de la rubia se colorean de rojo y antes de que pudiera defenderse me adelanté. 

—Recuerda cuando te interesaste en los animales salvajes y fuimos al zoológico para alimentar a una pantera negra, ¿sí recuerdas que había un letrero que decía "NO ALIMENTAR A LOS ANIMALES" y tu hiciste completamente lo opuesto? 

—Tampoco fue para tanto —rueda los ojos restándole importancia al momento. 

—¡Por poco pierdo mi mano!

—Exacto, "por poco". No la perdiste. 

No pude evitar cruzarme de brazos y fruncir el ceño. Ahora soy yo el que está enojado. 

—La semana pasada cambiaste mi alarma del celular por unos ruidos de personas teniendo sexo. ¿Sabes la vergüenza que pasé con mi jefa cuando los sonidos de gemidos comenzaron a salir de mi teléfono en medio de una reunión del personal? —aunque le sigo haciendo preguntas sin esperar respuesta, esta vez doy yo mismo la contestación a la última pregunta— ¡No! No lo sabes. 

—Admite que tu vida sería muy aburrida sin mí —la rubia sonríe con autosuficiencia.

Muy bien, eso sí que no lo puedo negar. 

—Estas loca —niego con la cabeza en forma de rendición— Que bueno que no todo el mundo tiene la dicha de tener una Carolina en sus vidas para que la ponga patas arriba. 

La rubia se muerde el labio y mi vista se queda fija en sus labios inconscientemente:

—Arriba tuyo es donde quiero estar —dice sin vergüenza alguna. 

Echo mi cabeza hacia atrás y suspiró. Vuelvo a incorporarme y miró a Carolina directamente a sus ojos. 

—Mujer.

Me lanza un beso al aire y eso es suficiente para que pierda el control. La atraigo hacia mi silla para sentarla en mis piernas y ella une nuestros labios. 

Le sigo el ritmo enseguida chupando y mordiendo sus labios olvidando por completo nuestro entorno. Mis manos aprietan sus caderas y a la rubia se le escapa un suspiro. 

Lastima que estamos en un lugar público. 

Nos separamos a regañadientes y Carolina vuelve a su silla. 

La rubia es una tentación andante. 

Todavía estoy indeciso en si oficializar una relación. Nunca he tenido novia y Carolina no solo es una más del montón, es mi amiga. 

Solo espero aclarar estos sentimientos pronto; por lo menos, antes de que alguno de los dos salga lastimado. 

¡No caer en la tentación!.. de nuevo//HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora