Capítulo #20

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Reyna

Desde ahora, odio viajar en avión.

El viejo que tengo a mi izquierda ha estado tosiendo desde que despegamos y, por otro lado, a mi derecha se encuentra un cómodo Malek disfrutando de la vista a través de la ventana e ignora por completo mi incomodidad.

—Como todo un caballero debes levantarte y dejarme tu asiento —le susurro al rubio para que el viejito no nos escuche. Aunque parece que el señor se quedó dormido hace rato.

—Pero estoy muy cómodo aquí —Malek se acomoda mejor en su asiento sin mirarme.

Hijo de...

—Si no te mueves en diez segundos tendrás que calmar tu libido con Manola —murmure perdiendo la paciencia.

—¿Manola? —él no entendió la referencia así que hago movimientos espaciales con mis manos simulando que estoy masturbando un pene. Él abrió los ojos despavoridos y se levantó enseguida.

Así me gusta.

Yo también me levanto y me ruedo a su silla. Mientras me acomodo, el rubio también se sienta en mi respectivo asiento. Le sonrió complacida y dirijo mi mirada hacia la ventana para disfrutar de la hermosa vista mientras Malek intenta sacarse del hombro el cuerpo dormido del viejito.

[...]

En cuanto nos bajamos del avión, una persona nos recibió a Malek y a mí para llevarnos hasta nuestro hotel. Nos registramos y nos acomodamos cada uno en su propia habitación. Cuando termine de desempacar mis cosas opte por dar una vuelta por los alrededores. Estaríamos en Tokio por dos semanas así que es mejor si me voy familiarizando con el lugar.

Todo era tan moderno y colorido que me transmitía una inspiración sorprendente. Entendía un poco del idioma porque en mi adolescencia solía ver muchos animes. Pero una cosa era entender lo que dicen y otra muy diferente el hablarlo.

Cuando le pregunté a una señora donde estaba el baño en japonés se río en mi cara.

Ese bochorno me traumo señores. Ahora solo hablaré inglés el resto del viaje. También me lo recomendó Malek cuando escucho mi pobre japonés.

—¿Tu conoces el idioma? —le pregunté al rubio.

—Solo un poco.

Los dos nos encontramos en las oficinas de Paul's Style Empire en Tokio. Trabajaremos con nuestros colegas japoneses para el pase de moda mientras permanezcamos en Tokio. La oficina está muy caótica desde que entramos. Malek se puso manos a la obra desde que llegó y yo lo he estado respaldando. Ahora estamos en la hora de nuestro almuerzo. La cafetería de la empresa tiene un menú extraño pero el rubio me animó a probar la comida.

Mientras él come unos sushis con los palitos como todo un profesional, yo como un espagueti con tenedor.

—Aprendí en la universidad. La clase era más interactiva que teórica así que aprendí mucho —menciona tragando su comida.

—¡Despacio! —le riño— Come con calma que nadie se va a robar tu comida y tampoco se te va a enfriar porque eso ya viene frío.

Malek bebe un gran trago de un té verde para bajar con facilidad el sushi.

—Todavía tengo mucho trabajo que hacer.

Solo hemos estado en Tokio por 2 días y él ya está exhausto. Y lo peor de todo es que no soy de mucha ayuda para él cuando no entiendo el idioma. Me pegué a Malek como un chicle después del trauma con la señora y ahora es él el que me apoya envés de a la inversa.

—Yo te ayudaré —le hago saber—. Tienes que confiar un poco más en tus colegas. No puedo interactuar con las personas, pero si puedo ayudarte a organizar tu agenda. Ya verás, seré una buena secretaria.

Malek se vio más relajado por mi actitud positiva.

—¿Qué tal si después del trabajo paseamos por el lugar? Encontré en internet un puesto de comida callejera que es muy famoso —sacó mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón y busco el blog en donde vi la información— Aquí dice que el puesto está muy cerca, ¡quiero ir!

El rubio al principio se niega ya que quiere continuar trabajando cuando llegué al hotel, pero terminé convenciendo. Ya sabe lo influyente que puedo llegar a ser cuando me lo propongo.

Después de comer volvemos a trabajar y yo agradezco que algunos de mis colegas hagan el esfuerzo de hablarme en inglés.

Vamos al puesto de comida con dos compañeros que nos agradan y terminamos cenando juntos.

—¿Son pareja? —pregunta nuestra colega japonesa Yoshida Yui mientras nos señala a Malek y a mí.

Mi mirada se cruza con la del rubio y luego a nuestros colegas. El otro compañero de trabajo que está con nosotros en la mesa, Tanaka Arata, también nos mira a Malek y a mí con curiosidad.

No, Yui —comienzo a decir, pero cambió de tema—. ¡Oh! Perdón, te llamé por tu primer nombre.

—Tranquila —le resta importancia— Entonces si no están saliendo, ¿podemos salir esta noche los dos solos, señor Águila? —la chica coloca su mano sobre la de Malek la cual estaba en la mesa mientras le sonríe.

Los tres de los cuatro que estábamos en la mesa nos sorprendemos por el comportamiento atrevido de la chica. No culpo a la señorita Yoshida. La entiendo perfectamente.

—Tengo trabajo —Malek toma la mano de la chica con cuidado. Está intentando no herirla—. Además, no salgo con mis compañeras de trabajo.

La chica asiente con la cabeza haciendo un puchero. No pareció molestarse por el rechazo del rubio u decepcionarse. Solo le dedicó una radiante sonrisa y le dice a Malek que si cambia de opinión que la contacte.

"...no salgo con mis compañeras de trabajo".

Las palabras del rubio me molestan, aunque sé que no deberían. Solo tenemos sexo. Somos amantes. Ni más, ni menos.

Cuando volvemos a nuestro hotel me animo a hablar cuando entramos al ascensor.

—Sé que estás cansado, pero...

No termino de hablar antes de que el rubio aplastara sus labios contra los míos. Es un beso corto, pero logramos transmitir nuestros deseos.

Malek me agarra de la mano cruzando nuestros dedos y me lleva hasta su habitación cuando las puertas de la cabina de metal se abren.

Volvemos a ser uno solo debajo de las sábanas.

¡Hola! Esperamos que les esté gustando la historia.


¡No caer en la tentación!.. de nuevo//HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora