El corazón bombea en su pecho con tanta fuerza como para sentir su caja torácica retumbar, el miedo se ata en la boca de su estómago y le hace querer vomitar el escueto desayuno de la mañana. Sus manos resbalan en la superficie del suelo cuando se apoya en él para salir corriendo a esconderse detrás de una caja vacía en esa bodega oscura y fría. Sus pasos hacen eco, en el camino pisa un charco salpicando a su alrededor con un: ¡splash! Se maldice mientras apoya la espalda en su nuevo escondite, mira a los lados en busca de una salida. Un escape milagroso. Pero no lo hay, está atrapada y quizás su idea más brillante no fue entrar a un espacio cerrado. En su defensa no tenía muchas más opciones.
Una mano se desliza sobre la suya en un gesto conciliador, ella entrelaza sus dedos juntos y suspira. No se tiene tanta confianza en sí misma como para lidiar exitosamente con lo que está por venir. Tres pares de pies llenan el silencio de la bodega y detienen su ritmo cardíaco. Demonios.
—¡Shh! ¿No te dije que te mantuvieras tres pasos atrás de la línea? —susurran. —¡Vuelve aquí! Yo voy al frente.
Antes de pensar en salir corriendo a cualquier lugar un destello deslumbrante se le presenta en toda la cara. Demasiado tarde, eso es todo.
—¿Tú no escuchas? ¡Mantén la formación! —exclama alguien por detrás de la luz. —Agh, no tienes idea de cuánto te detesto —la luz se tambalea y luego se esfuma. De la penumbra sale una chica alta y castaña, el cabello le cuelga sobre un costado del rostro, el resto de su cabeza está rapado. Enciende una linterna (sin apuntárselas a la cara esta vez) y le sonríe, es lo único capaz de ver porque su amiga se pone frente a ella, como un escudo, por experiencia está dispuesta a lo que sea. La castaña desconocida se gira para mirar sobre su hombro.
—¿Quieres decirme por qué hay dos? ¡Sólo era un punto amarillo! —señala. —Dios, hoy sólo hemos fracasado —alega. —Bien, como sea—suspira, —Hola mi nombre es... —un puño se interpone en su camino.
—¡Sam! —grita Kara, jalando la playera de su amiga para hacerla retroceder.
—¡Alex, por Dios! —exclama otra chica en algo parecido a una carcajada.
—¡¿Ves?! —grita quien ahora identifica como Alex, sujetándose la nariz y mirando al resto de su equipo. —Eso pasa cuando les apuntas con luz como si fueran criminales, Lena, ya hablamos de eso —declara. —La próxima vez te dejaré ir al frente para que tú recibas los golpes.
—La próxima vez ni de chiste voy a ir en tu escuadrón —responde.
—¡Oh! Como si hubiera otro escuadrón —alega Alex, frunciéndole el ceño.
—Ustedes no son de la DEO —asegura Kara, aún sujetando a Sam por la playera y asomando los ojos por encima de su hombro.
—¡Pues claro que no! —exclama Alex indignada. ¿Esa chica siempre exclama cosas? —Como decía antes de ser golpeada (estoy bien, por cierto), soy Alex y nuestro rastreador capto una señal, hemos estado siguiéndolas... ¿siguiéndolas? Eliza me dijo que no debería asumir los pronombres de los demás...
—Alex, cállate —interrumpe Lena a su lado (y no tres pasos detrás, como debería ser). —En resumen estamos aquí para ayudar, no somos de los malos.
—Mi rastreador sigue sin identificar al otro individuo —murmura alguien, quien sí respeta la formación.
—Eres azul —susurra Kara, impresionada.
—¿Podemos enfocarnos? —pide Lena.
—Sí, bueno, mi misión del día de hoy era buscar al punto amarillo y llevarlo con nosotros, por lo tanto, ¿nos acompañas? Tu amiga también puede venir, hay suficiente espacio —explica con una sonrisa nerviosa, Lena suspira exasperada.
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Un lugar seguro
FanfictionA menudo la vida es una sucesión de eventos imprevisibles y desagradables. Lena odia los imprevistos, Kara en cambio, se convierte en su definición de imprevisto, llenándole la vida de momentos a lo cuales jamás habría imaginado acceder. Durante su...