Seis

611 69 1
                                        

El frío de la casa roza sus brazos y le pone la piel de gallina, se abraza a sí misma en un intento de conservar algo de su calor corporal. Sus calcetines se deslizan por el piso de madera, es temprano y el sol aún no entra del todo por las ventanas, haciendo del corredor un espacio sombrío. Baja las escaleras aún en un intento de no hacer mucho ruido pero el tercer escalón la traiciona, rechinando bajo su peso. Levanta la vista en el momento indicado, Jeremiah entra a la habitación con una sonrisa alegre para ser tan temprano por la mañana, sostiene el periódico en una mano.

—¡Hola! Es temprano para estar despierta (¿despierta?) —es igual a Alex, agita la cabeza apartando sus pensamientos, —¿Todo bien?

—No podía seguir durmiendo.

—Ah, ¿periódico? —ofrece, mostrándole el papel entre sus manos, ella niega. —¿Cómo está yendo tu estadía aquí? ¿Lena está, aunque sea, intentándolo? —Kara suspira.

—Supongo que lo hace, no he conocido muchas personas, menos como ella —su voz suena diferente al ser esa hora de la mañana y en reacción se aclara la garganta. Jeremiah reactiva su sonrisa, asintiendo.

—Es cuestión de tiempo —lo ve encogerse de hombros, antes de caminar hacia la oficina. —Estaré por aquí si necesitas algo, cualquier cosa, incluyendo, ya sabes, cosas telepáticas —desaparece antes de poder agregar algo, no le da tiempo ni de pensar en una respuesta, se encuentra entre: "¿qué?" y "¿cómo?" cuando Lena aparece en lo alto de las escaleras, mirándola con curiosidad —la cual rápidamente cambia por un ceño fruncido— al notar su inmovilidad.

—¿Te atascaste? —su voz también suena áspera y ese hecho la hace dar un salto en su lugar, no había detallado cuán grave era la voz de Lena. La hechicera avanza hasta su lugar y le pasa la mano frente a los ojos. De nuevo, para ser tan buena percibiendo cosas no brilla por su capacidad de prever cuando Lena va a aparecer, si debe justificarse aún no se acostumbra a la sensación de su presencia.

—¿Qué clase de científico es Jeremiah? —acaba diciendo. Y los labios ajenos se levantan en una sonrisa burlona, porque para ella no existe otro tipo de sonrisa.

—¿Un científico común? —Kara le lanza una mirada de hastío, bufando en respuesta. —Es biólogo e ingeniero y también sabe algo sobre física, en realidad puede que sea todo tipo de científico —se encoge de hombros, —¿Por qué?

Bajan las escaleras al mismo tiempo y deciden no hacer nada al respecto.

—¿Cómo sabe sobre nosotras? —bien, sí, todos saben sobre las personas como ellas, pero suelen tener una opinión distinta y para nada ofrecerían ayuda para entender sus poderes, porque de principio nadie es capaz de comprenderlos. La propuesta de Jeremiah le resulta extraña por motivos suficientes.

—Trabaja en la Universidad de Midvale, se mantiene al tanto del mundo real y sabe muchas cosas, le fue sencillo descubrir que las personas como tú o como yo no somos malas, el cómo acabó dándoles hospedaje es un misterio —Lena pasa su mano entre los mechones puramente negros de su cabello y Kara se distrae en el gesto, lo marca en su memoria. Ella no hace eso, tampoco Sam, su amiga castaña tiene la manía de agitar la cabeza cuando le molesta el cabello. La rubia prefiere acomodarse los rizos rebeldes detrás de la oreja.

—¿Entonces él sí sabe sobre ser telépata? —no intenta ocultar la esperanza en su voz, Lena, en un gesto usual, le frunce el ceño.

—¿Tú no?

—¿Qué parece? —otra sonrisa llena de burla vuelve a instalarse en los labios ajenos.

—¿Qué haces despierta? Es sábado —sin querer —o sin tomarlo en cuenta— habían acabado en la cocina, esa es la habitación preferida de Kara, no sabe decir bien la razón, pero principalmente cree que es debido a cuántas cosas pasan en ese lugar. Está lleno de vida la mayor parte del tiempo, le gusta la hora del desayuno y también la de la cena, Alex siempre parece soñolienta en la última y Brainy suelea estar agitado, apenas manteniéndose en su lugar. Se trata del corazón de la casa, donde todo resulta más familiar, menos hostil. La ayuda a comprender la definición de hogar, grabándola en su cerebro a base de momentos, de charlas compartidas sobre cómo suceden los días cotidianos o de tareas repetitivas y aburridas —secar los trastes—. Y eso la hacía sentirse bien, por experiencia pocas cosas solían estar bien.

Un lugar seguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora