Veintinueve

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Sostiene la taza con ambas manos, ahí donde apoya las yemas de los dedos siente el calor de la bebida hirviente esparcirse, intenta no quejarse porque de hacerlo se tiraría todo el té encima. Llega al último escalón y observa cómo Brainy pasa corriendo, por poco tirándole la taza. El chico azul le sonríe en disculpa desde el descanso en la escalera.

—Lo siento, Kara —se pasa una mano por el cabello en su nuevo gesto nervioso favorito. —Me preparo para el lunes —aunque lo intenta no es capaz de contener su sonrisa radiante. Sí, el lunes Brainy empezará su extenuante viaje por el sistema educativo: ¡yay! Aunque para ser justos él está totalmente emocionado, casi no cabe en su felicidad y de repente la adolescencia no le parece tan abrumadora. No sabe que Alex está preparada para defender a su pequeño amigo nerd de cualquier bravucón existente. Y nada de eso sería posible si Lena no hubiese mejorado el prototipo del —renombrado— inductor de imagen, haciéndolo casi infalible y considerando la prueba actual: cursar secundaria, cree que todo saldrá bien. Si no también sabe patear traseros. Él se marcha y Kara por fin llega a su destino.

Lena es la peor enferma de todos los tiempos. Tiene lo que se puede clasificar como resfriado común y aun así parece haber firmado su sentencia de muerte. Es insoportable —según Sam—, pero como Kara es su novia y la ama como no ha amado nunca, adora atenderla, incluso cuando su hechicera gruñona está siendo tres veces más gruñona. O mil veces más cariñosa. Por ella está bien.

—Quién te viera, de pie en tu sitio de espionaje —Lena voltea a verla, tiene ojeras por la falta de sueño —también porque es una exagerada— y está envuelta en un suéter más grande de lo común. Le sonríe.

—Yo no espío.

—Y yo no te amo.

Lena abre los brazos, invitándola. —¿Eso es té?

—En definitiva —Kara lo deja en la mesa de noche antes de hundirse entre sus brazos y su suéter enorme. —Hueles a mentol.

—Porque estoy enferma.

—¿Qué haces de pie? —la rubia sin tener ningún tipo de reparo levanta a Lena sujetándole los muslos y le deja caer con ligereza sobre su cama. Ella por supuesto enrojece, como si no estuviera acostumbrada a la sensación de las manos de Kara sobre su cuerpo.

—Estaba aburrida —suspira cuando siente a la telépata ponerle una manta encima. Si Lena es una mala enferma es sólo porque Kara es incapaz de dejarla desatendida un segundo. —¿Cómo va Mike? ¿Sabes algo?

—Su último reporte fue de ayer por la tarde, acababan de dejar Ciudad Costera, casi no tuvieron problemas con los soldados —le ofrece la taza, huele a limón y miel. —Aunque como era de esperarse, cada vez hay más grupos en contra de las reformas de la DEO —se encoge de hombros. —Con suerte nada serio.

Lena se quema la lengua, luego la garganta. —Bien.

—¿Cuándo vuelves? —una infalible cara de cachorrito. Si hablasen técnicamente Lena debió haber vuelto hace dos semanas, en cambio había cedido a los encantos de Kara Danvers y no a sus responsabilidades empresariales. En su defensa, ¿cómo resistirse?

—El lunes debo estar allí.

—¿No estarás en el primer día de clases de Brainy? —Lena se ríe.

—Una lesbiana menos no le hará daño.

—Sam es pansexual —Lena vuelve a reírse. —Hablo en serio.

—Siempre puedes venir conmigo —le da otro sorbo a la taza. —¿Cuándo volverá el resto a sus vidas normales? ¿No tiene Alex un empleo aburrido que mantener?

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