Diez

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Las carcajadas de Sam la acompañan escaleras abajo y desaparecen en cuanto entra a la cocina. Perdiéndose en el barullo de la casa. Brainy está en algún lugar con algún aparato peligroso por cómo suena la voz de Eliza y Nia debe estar haciéndole preguntas a Jeremiah. Ella en particular va al jardín, probablemente su segundo lugar favorito. Se sienta en los escalones como siempre, esta vez cambia la compañía, pues Lena ya se encuentra ahí.

—¿Qué lees? —Lena le muestra la portada de un cómic. —¡Vaya! No sabía que te gustaban.

—Le pedí uno a Alex, quería entender por qué pareces fascinada por ellos —dice sin apartar la vista del objeto entre sus manos.

—No parezco fascinada, es que son fascinantes —remarca, Lena le muestra su media sonrisa. —Lo digo en serio, aunque Superman no es de mis favoritos.

—Hasta ahora el mío tampoco —observa cómo sus ojos vagan por la misma página, detallando las ilustraciones. —¿Y Sam? —por lo menos ahora la llamaba por su nombre con un mínimo de desprecio, en una tregua silenciosa con Kara, sólo con ella.

—Atareada con su misión ultrasecreta —la petición en la voz de Kara no es fácil de pasar inadvertida, tampoco sus ojos de cachorro.

—¿Intentas sonsacarme información? —aparta el cómic un momento, enfocándose en la chica a su lado, quien se encoge de hombros. —No sé nada.

—Mientes —suena divertida, relajada. —Duermes en la habitación de Alex, el epicentro de la misión, no puedes no saber —Lena le sonríe y Kara instintivamente le devuelve el gesto.

—Mira quién lo dice, tú duermes con la cómplice de esa misión y además lees mentes —su argumento es uno bueno, Kara lo sabe. —Por lo menos lees la suya, podrías saber si quisieras.

—No me gusta descubrir cosas leyendo la mente de Sam, me siento como una intrusa.

—¿Me estás pidiendo ser la intrusa? —la escucha reír.

—No, pero si lo hablo contigo se siente menos entrometido —es muy mala argumentando. —Por favor.

—En verdad no sé mucho, pero Alex parece estresada y todo el tiempo mira el mismo plano de un edificio de la DEO, puedo suponer que está planeando cómo colarnos en él —acaba admitiendo, porque ya qué más da, no es muy resistente cuando se trata de la rubia telépata. No lo es en absoluto y ahora —sí, es una excusa— teniendo a Alex ocupada hasta el borde tiene menos personas con quienes charlar.

—Eso suena como una mala idea.

—Y también la única que tenemos —Kara parece considerar la validez de sus palabras, al final las da como ciertas, suspirando. No le agrada en lo absoluto la idea de Sam colándose en un edificio custodiado por la agencia gubernamental más peligrosa de los últimos tiempos. Suena horrible.

—Piensas muy alto, ¿quieres calmarte? No lo van a hacer si no encuentran una buena forma de hacerlo —sus palabras bien intencionadas aún le resultan extraordinarias, como en los últimos días. Donde el enojo de Lena ha pasado a ser apenas una molestia insignificante, disminuyendo en su contra. Ahora mantienen conversaciones normales, se buscan constantemente y todavía no entiende los motivos, el por qué no simplemente se ignoraron mutuamente, siguieron odiándose y miraron al frente. ¿Se necesitaba sólo un abrazo? —Y en cualquier caso seguramente estaremos incluidas en el plan. Podrás asegurar el bienestar de tu media naranja en primera fila.

—No es mi media naranja —Lena se encoge de hombros.

—Como digas.

—¿Y exactamente en qué voy a ayudar? Sólo sé lanzar una pelota con la mente y de vez en cuando controlar personas especialmente molestas —hace énfasis en la última parte, sobre todo para obtener una reacción de parte de la hechicera. Con frecuencia la tensión en sus interacciones surge cuando Sam sale a relucir, no tiene claras las razones —nunca lo hace—, pero si puede evita incluirla. Tarea nada fácil de llevar a cabo porque Sam es la mitad de su vida, puede hablar muchas cosas acerca suyo.

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