Veintiocho

414 40 0
                                    

Los pasos titubeantes de los reclutas se detienen en cuanto las puertas —incapaces de cerrarse— le dan paso a la mismísima Lena Luthor en persona, a quien hasta el momento sólo conocían mediante un televisor. Y a quien han estado buscando las últimas cuatro horas, no saben si su presencia en esa sala es producto de sus mentes cansadas o si es de carne y hueso. Vestida de azul toma el lugar al centro de la sala, por lo tanto sobre el escudo de la organización. Todos guardan silencio, estáticos en sus lugares e intentando fingir normalidad aunque estén bajo un ataque nunca antes visto. Ella se aclara la garganta, ellos contienen el aliento.

—¿Alguien puede decirme por qué trabajan para la DEO? —Lucy Lane da un paso al frente, dispuesta a explicarse a sí misma.

—Es lo correcto.

—¿Según quién? —abre la boca, luego la cierra.

—¿Todos?

—¿Todos? —devuelve, arqueándole la ceja, no pensó antes de meterse en una conversación con Lena Luthor. —Mentira —la capitana Lane da un paso atrás, volviendo a su silencio. —Eso les han hecho creer, ¿quiénes eran antes de estar aquí? —pretenden responder y se quedan en blanco, debieron ser alguien antes de portar un arma y un uniforme, pero ¿quiénes? Y más importante aún, ¿por qué no lo recuerdan? —¿Alguien?

Lucy frunce el ceño, confusa, no importa en realidad quiénes son sino para qué sirven, es la función practica lo que los hace valiosos. Cuestionarse no los hará llegar a ningún lado.

—Si no les importa —Lena se gira para quedar frente a las pantallas del centro de comando, las cuales como si obedecieran sus deseos —y funcionasen con normalidad— se encienden. —Capitana Lane, ¿no es así? —ella asiente. —¿Recuerda su reclutamiento?

—No lo encuentro importante, señorita Luthor, mientras sirva a la DEO estoy cumpliendo mi deber —Kara no contiene su mueca de asco, no por ella, pero por lo que le han hecho creer. —¿Cierto?

—Bien —Lena suspira. —Ustedes saben quién soy y hasta cierto punto me temen, gracias, pero no es necesario, hoy y estando a cargo de la DEO decreto retirar cualquier medida en contra de personas con habilidades extraordinarias —la tensión llena la habitación como una bruma pesada. —Tengo muchas razones para tomar esa decisión y una de ellas son ustedes, todos los soldados a quienes trabajar en este lugar los ha lastimado y les ha hecho olvidar quiénes eran e incluso les ha quitado la libertad —señala la pantalla. —Eso sólo son fragmentos de sus vidas, antes de ser arrestados e intervenidos mentalmente —Lucy se precipita sobre la pantalla al ver un rostro conocido, muy bien conocido, al cual no sabe ponerle nombre pero remueve su memoria como un huracán.

—¿Cómo? ¿Qué? Soy yo —el uniforme militar le quedaba mucho mejor que el de la DEO.

—Así es.

—Estás mintiendo —afirma, acentuando sus palabras cuando se enfrenta a Lena Luthor como si no se tratase de su jefa, le mantiene la mirada.

—No tendría una razón para hacerlo.

—Demuéstralo —ordena entre dientes, como normalmente trata a los cadetes incompetentes. Lena le bufa e incluso entonces, con su enorme falta de respeto, toma la mano de la chica rubia detrás suyo —y quien mantiene bajo supervisión cualquier otro movimiento de Lucy— para guiarla al frente.

—Hazlo —su tono pasa de ser autoritario a ser dulce, casi indulgente. —Por favor —la rubia le sonríe.

—Hola, capitana Lane —eleva la mano. —Esto se va a sentir feo —apoya dos dedos contra su sien, Lucy se queda quieta, no teme las consecuencias, no intenta escapar. ¿A quién le pertenece ese rostro? No le da tiempo a preguntarse otra cosa cuando su cerebro se ve arrastrado por una tempestad de recuerdos, algo incontrolable y feroz, furioso por salir a relucir. Toma una bocanada de aire porque de repente se siente bajo agua helada y la capa de hielo por encima de su cabeza acaba de fracturarse. Dejándola salir a la superficie. Se le cristalizan los ojos. Kara le sostiene el brazo para devolverle la fuerza. —Lo siento, es horrible, perdón.

Un lugar seguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora