El calor de sus cuerpos unidos es reconfortante y la agobia a partes iguales. Es una transgresión imperdonable a su regla de no momentos cursis, sin embargo no parece dispuesta a apartarse ni a quejarse. De querer hacerlo tampoco sabe si podría o si debería. Kara sigue recostada contra ella después de haber llorado por lo que se sintió como una eternidad —una muy mala— y todavía no está dormida aunque por cómo se le cierran los ojos no le falta mucho para estarlo. Lena hace el intento de sentarse sobre la cama sin tomar en cuenta el peso del cuerpo ajeno en esa tarea. Vuelve a caer de espaldas dos segundos después de su intento fallido.
—¿Podrías ayudarme con esto? —pregunta al notar la inmovilidad de Kara, quien protesta antes de apartarse. El frío de la noche temprana azota contra sus pieles tan pronto como se separan, en respuesta la rubia se abraza a sí misma. —Ven aquí, no soporto tu cara de cachorro abandonado.
—Eres insufrible —la voz áspera se ancla en sus oídos cuando Kara apoya la cabeza en su hombro.
—Dijo ella con sorpresa en la voz por alguna razón —se gana una sonrisa. —Tú, señorita llorona, debes cenar.
—Nosotras debemos cenar —puntualiza, Lena bufa. —¿Puedes darme un momento?
—¿Para?
—Fingir no haberme deshidratado —mueve el rostro para quedar más cerca del cuello ajeno. La hechicera se obliga a no reaccionar de forma evidente al notarla pegada a su piel. —Bien, quizás más de un momento.
—Traeré la cena aquí —decide. —Y dos litros de agua.
—¿Podemos cenar aquí? —esa capacidad de sorpresa suya, inagotable.
—Por supuesto, chica de orfanato —se gana un golpe en el brazo, demasiado leve como para hacerle daño. —Ya sabes, si te despegas de mi quizás pueda moverme.
—Completamente insoportable —Lena se ríe luego le besa la mejilla, saliendo de la cama.
—¿No quieres cambiarte ese horrible uniforme? —su odio hacia la ropa de la DEO está totalmente injustificado. —Quiero decir tú lo haces lucir casi bien, pero de todas formas.
—Tú también lo haces lucir casi bien, si sirve de algo —se deja caer de espalda al colchón. —No quiero ir a mi habitación —admite al fin, porque ahí está Sam y ahora mismo no brillan por ser las mejores amigas, ni siquiera lo están intentando. Kara está tan desanimada que no tiene ni remotas ganas de visitarla o es demasiado cobarde para enfrentarse a la decepción en esos ojos cafés que nunca la han mirado con otra cosa diferente al amor.
—Si lloras de nuevo vas a deshidratarte en serio —Lena es pésima consolando personas. —¿Has visto a tu alrededor? Estás en el paraíso de las sudaderas universitarias —le sonríe gentilmente. —Toma una, ya vuelvo.
Entra en lo cocina cantando victoria por no haberse cruzado con nadie y por lo tanto no dar explicaciones acerca del por qué lleva horas en su habitación junto a Kara Danvers —aún resulta difícil acostumbrarse a ese cambio—, debió recordar eso de cantar victoria muy pronto. En la cocina se cruza con Brainy y Winn, el primero aturde con alguna conversación al segundo. Quien en cuanto ve a Lena le sonríe con tanta felicidad como solía tener. La hechicera le rueda los ojos, porque no tiene remedio.
—¿Dónde estabas? —y ahí va su festejo acerca de no justificarse.
—Qué te importa —Winn se ríe, saltando del taburete para seguir sus pasos. Lleva puesto —gracias al cielo— el overol de Alex heredado a Kara y ahora, porque se le había quedado pequeño, lo portaba él con honor. Lena intenta no reírse de alivio al respecto.
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Un lugar seguro
FanficA menudo la vida es una sucesión de eventos imprevisibles y desagradables. Lena odia los imprevistos, Kara en cambio, se convierte en su definición de imprevisto, llenándole la vida de momentos a lo cuales jamás habría imaginado acceder. Durante su...