Sale de la oficina con la cabeza llena de nuevas ideas. Las cuales, como podría esperarse, desaparecen tan pronto como reconoce unos ojos azules fijos en ella. No sabe si desaparecen por su cuenta o si ella las obliga a hacerlo. Kara le sonríe con duda en el rostro. Quiere respuestas, ella siempre quiere saber más. No sabe siquiera cómo llegaron a ese punto, donde a Lena ya no le importa darle todas las respuestas del mundo, incluso las que no tiene.
—¿Qué estabas haciendo? —la rubia se irgue en su altura completa, obligando a Lena a levantar la mirada. —Me abandonaste con Nia y eso es imperdonable.
—Tenía una reunión programada y si Nia escucha eso nunca te va a querer de nuevo —la rubia le sonríe, ofreciéndole la mano. —¿A dónde vamos?
—A preparar la cena —Lena detiene su andar. —¿Qué?
—¿Bromeas?
—No, Eliza está ocupada y me ofrecí a preparar la cena —reanuda su andar. —Te ves obligada a ayudarme porque somos amigas.
—¿Siquiera sabes cocinar? Porque yo no tengo la menor idea y si les damos Pop Tarts como cena a esos niños nunca van a dejar de quejarse, yo tampoco, la verdad —Kara se ríe mientras entran a la cocina.
—No puede ser tan difícil.
—Vamos a morir.
—No vamos a morir, somos un equipo, así que, ¿dónde se guarda aquí la pasta? —Lena bufa, abriendo un gabinete de la cocina para obtener el bote de espagueti.
—¿Y ahora, chef? —Kara sostiene el frasco entre sus manos con la cara de consternación más grande del mundo. —¿Sabes qué? Iré por el libro de cocina, no quiero comer pasta cruda.
La telépata está sentada en la encimera y vigila la cacerola como si fuese a explotar en cualquier momento. En realidad, sólo están cociendo la pasta y parece ser la tarea más sencilla del mundo, pero es toda una aventura para ella. Sus comidas antes de vivir ahí consistían en latas de conserva o galletas, nunca caliente ni fresco. Le frunce el ceño al recipiente cuando empieza a borbotear. Lena le sonríe con ternura al no correr el riesgo de ser descubierta.
—¿Quieres dejar de mirarlo con tanta intensidad? No va a salir corriendo —Kara frunce el ceño, pero no aparta la mirada.
—Me aseguro de tener una cena.
—Te preocupas de más —Kara por fin le da la atención completa de sus ojos azules. Como suele pasar, se le detiene el pulso un instante.
—Entonces, ¿qué hacías con Eliza? Uy, ¿eran nuevos hechizos? ¿Puedo ver? —Lena, apoyada en otra encimera niega con diversión, es complicado mantener la compostura estando con la telépata, como si no pudiese estar mucho tiempo sin tener algún tipo de contacto. Resiste porque aún no está acostumbrada a demostrar su afecto de esa forma. Kara balancea los pies por el borde, esperando su respuesta. Un día la va a matar.
—No quieres ver mis nuevos hechizos, aunque ¿quieres que te caiga un rayo? Porque entonces adelante.
—¿Puedes lanzar rayos? —una vez más, es una boba.
—No exactamente.
—¿Estás cambiando de tema para no decirme? —Kara entorna los ojos para captar cualquier señal en la expresión ajena. Lena le ofrece su mirada.
—Sí.
—¿Por qué?
—¿Siempre haces tantas preguntas? —la rubia le da su mejor mirada de hastío.
—Sí, ahora, ¿por qué?
—No sé por qué me agradas —Kara no cambia su expresión, insistiendo en saber. —No era nada importante si sirve de algo, tratábamos algunos asuntos externos y no concernientes a ti, señorita metomentodo.

ESTÁS LEYENDO
Un lugar seguro
Hayran KurguA menudo la vida es una sucesión de eventos imprevisibles y desagradables. Lena odia los imprevistos, Kara en cambio, se convierte en su definición de imprevisto, llenándole la vida de momentos a lo cuales jamás habría imaginado acceder. Durante su...