Resumiéndolo en pocas palabras, Kara está a punto de arrancarse el cabello gracias a los nervios de dejar a Lena completar esa misión por su cuenta. Cree —y no está equivocada— que su vínculo le permitirá percibirla aun estando tan lejos, lo preocupante es su imposibilidad para actuar si algo malo sucede. Se encontrará anclada a la casa Danvers, resguardada mientras su hechicera gruñona se enfrenta a su madre. Quien además de ser una mala figura materna también resulta ser su enemigo más grande, no sólo suyo sino de todas las personas como ellas.
Además —y Kara todavía no entiende esta parte— ¿qué va a hacer Lena estando frente a su no madre? ¿Retarla? ¿Pedirle la rendición? ¿Firmar su herencia? Sí, tiene claro cuán impulsiva suele ser su novia, actúa en base a su primer pensamiento —sobre todo cuando incluye incendiar cosas—, pero este es otro nivel de imprudencia. Tiene el cerebro frito.
—Kara, ¿estás bien? —Sam le pasa encima para llegar a su lado de la cama porque siguen durmiendo en la misma. Son niñas de refugio, hacen lo que pueden. —Aunque es algo obvio, porque haces eso de cuando no estás bien: me azoras el cerebro.
—Lo siento.
—No esperaba una disculpa, quiero saber qué te sucede —clava sus ojos castaños en ella. —Puedo adivinarlo, porque es tu novia quien está entrenando en la sala en caso de verse obligada a incendiar un edificio (aunque lo haría sin necesitarlo), pero oye, ella usualmente sabe lo que hace, ¿no? Es una sabelotodo o al menos tiene la cara, lo cual sirve para el mismo propósito —Kara se arrastra para abrazarla, es su garantía de vida después de todo. —Ay, vaya, hola.
—Ni siquiera tienen un plan —susurra. —Tú no moverías un pie sin haberlo pensado antes.
—Se le llama caminar, solecito —bromea. —Y eso hice exactamente cuando acepté venir contigo a esta casa de desconocidos con poderes, comida deliciosa y el hogar de la persona más molesta jamás conocida.
—Lo hiciste porque confiabas en mi juicio.
—Entonces confía en el de Lena —ni ella puede creer haber dicho eso. Kara se hunde más en el cuello de Sam, es familiar, conocido y seguro. No dice nada porque no tiene nada para decir además de una sarta de razones por las cuales dejarla marchar es la peor idea del mundo: podría morir, su madre es malvada, una vez más: podría morir, su madre es la definición de maldad, es una hechicera y corre peligro sin siquiera intentarlo. —Gracias por no hacerme ni caso.
Sube las escaleras con pesadez, está cansada, sobre todo mentalmente y no deja de repasar el hecho de que va a ver a su madre de nuevo, después de ocho años. Se le va a presentar siendo quien es ahora, una hechicera bastante entrenada, llena de enojo y aunque no le enorgullezca también de rencor. No era unida a sus padres ni siquiera teniendo once años pero seguían siendo sus padres, era sólo una niña, buscaba su cariño, también su aprobación y simplemente era invisible a sus ojos. ¿Cómo no les iba a guardar rencor? La única razón por la cual su madre está buscándola es porque no hay nadie más para cargar con el legado Luthor. Ahora sí merece su atención. Llega arriba y se dirige a donde sabe que encontrará un mínimo de paz.
Pegada como lapa Kara se acurruca contra Sam, Lena carraspea para llamarles la atención. La castaña sin discreción alguna se levanta como resorte, despegándose de la telépata, quien soñolienta y perezosa se talla los ojos intentando comprender el cambio de panorama; ve a Lena y le frunce el ceño. Esa no es la reacción esperada.
—Mmh, yo... adiós.
—¿Por qué me miras así? —la hechicera enfrenta a su novia, quien entorna los ojos.
—Porque te odio —si su voz no sonase tan suave quizás tendría algo de credibilidad. —Y porque vas a ir tu sola en una misión suicida.
—Estaré bien.

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Un lugar seguro
FanfictionA menudo la vida es una sucesión de eventos imprevisibles y desagradables. Lena odia los imprevistos, Kara en cambio, se convierte en su definición de imprevisto, llenándole la vida de momentos a lo cuales jamás habría imaginado acceder. Durante su...