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Oliver Coleman

—Leyla es bastante linda— pronunció Daniel, uno de mis amigos del equipo de fútbol, el cual estaba interesado en Leyla desde hace algunos meses.

—Me inclino más hacia Hera— dije mientras tomaba un trago.

Hera me había dejado allí solo en el sillón con el pretexto de que iba al baño, aunque estaba seguro que ni siquiera sabía dónde estaba.

Poco después llegó Daniel para ocupar su lugar, comenzamos a hablar sobre la fiesta de halloween, para la cual faltaba un mes, se había vuelto uno de los temas más hablados entre nosotros.

No es por presumir, pero realmente sabía dar una fiesta, había personas tomando por todos lados, bailando al ritmo de la música, algunos teniendo sexo en las habitaciones de huéspedes, pero eso no importaba.

Alcance a ver a Hera y Leyla tomadas de la mano, se veían bastante ebrias. Justo después de que le dije a Hera que no tomara demasiado.

Se juntaron con un grupo de personas que estaban en el centro de la sala, Leyla comenzó a bailar y Hera lo dudo por un momento, pero terminó dejándose llevar por la música.

Nunca la había visto bailar, lo hacía bastante bien, comenzó moviendo sus caderas y pasando sus manos lentamente por su cuerpo.

No pude evitar mirarla, había algo en ella, algo que me llamaba la atención, no solo era hermosa, su mirada reflejaba cansancio y preocupación, nunca sentí tanta curiosidad por descubrir el porqué de algo.

Había llamado mi atención desde hace meses, una vez en el pasillo hicimos contacto visual, lo que una chica normal habría hecho era ponerse algo roja de las mejillas, desviar la mirada nerviosa o no lo sé, algo por el estilo. Pero ella la había mantenido fija, sin vergüenza alguna, casi retándome.

Era impresionante como podía cambiar su forma de ser, por la tarde cuando las invité a la fiesta actuaba nerviosa, nada como aquella vez, y eso me pareció tierno. Definitivamente quería saber aún más de ella.

Continuaron bailando durante un rato hasta que unos tipos se le acercaron a Hera y la tomaron de la cintura.

Leyla se dio cuenta antes que yo y le dio una bofetada a uno de ellos, la tomaron de las muñecas he intentaron besarla, lo mismo que con Hera, mi sala era bastante grande, era normal si alguien hacía algo que no debía y no me daba cuenta.

Daniel fue el que me avisó lo que estaba pasando, tarde un poco para encargarme de ellos, estaban bastante drogados y decían pura estupidez, me molestaba que hablaran tanto, era irritante, si yo fuera Leyla también les habría dado un golpe, cosa que hice después para apartarlos de ellas ya que seguían insistiendo en tomarlas.
Es bastante asqueroso como existen tipos que no saben respetar el no de una mujer.

Para cuando los había calmado Hera y Leyla habían desaparecido de la sala.

Por poco entro en pánico, parecían unas niñas pequeñas que apenas y salían, corrían y brincaban de un lado a otro escondiéndose, le pedí a Daniel que me ayudara a buscarlas.Después de un rato las encontramos tiradas en un pasillo con otra botella vacía junto a ellas, Leyla la había tomado de la cocina, ya pasaban de las doce y ambas estaban inconscientes por todo el alcohol que habían ingerido.

Mande a Daniel a buscar sus chaquetas y botas mientras yo me quedaba con ellas, intenté despertarlas pero parecían más muertas que vivas.

Les pusimos sus chaquetas mientras balbuceaban cosas que no lograba a entender, Daniel no logró encontrar las botas pero no era algo con mucha importancia en ese momento. El cargo a Leyla y yo a Hera, las llevamos al cuarto de huéspedes y las dejamos dormir allí.

Sueños profundos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora