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En Shielside hay un grupo de chicos que trabajan entregando el periódico a diario montados en sus bicicletas, aquel servicio solo era para las personas que lo contrataran, la mayoría eran ancianos queriendo saber lo que pasaba en su pueblo y otros eran mujeres amantes del chisme. Mi madre nunca contrató ese servicio, le daba igual absolutamente todo. Así que básicamente nunca recibimos el periódico.

Cuando era más pequeña me entretenía viendo como esos chicos pasaban de casa en casa a dejar el periódico, se veían bastante educados y siempre contentos, usaban un uniforme naranja con una gorra azul, algo estúpido para el clima de Shielside. Pero les quedaba tierno.

Me sorprendí cuando al abrir la puerta uno de esos periódicos estuviera tirado frente a mi puerta, prácticamente a mis pies. Me agache y lo tomé con algo de inseguridad, levante la mirada y allí, parado en la acera, a unos cuantos metros de mi, estaba uno de esos chicos.

Su mirada era fija, pero yo la encontré algo pérdida, vacía. Su cuerpo estaba completamente recto, parecía un soldado apunto de sacar un arma para atravesar mi estómago. Me incorpore rápidamente y le di una pequeña sonrisa confundida y en forma de agradecimiento, no la respondió, siguió allí de pie.

Cerré la puerta y me giré para leer lo que decía el periódico.

Periódico diario de Shielside

El día de hoy, 20 de octubre. Fue encontrado hace pocas horas el cuerpo sin vida de la pequeña Nora Lennox.

Se encontró a orillas del pueblo con incontables golpes y múltiples inicios de una violencia gravemente letal.

La pequeña ya fue entregada a sus padres después de que los paramédicos confirmaran que no se podía hacer nada por ella.

Todo Shielside lamenta la pérdida de la familia Lennox y le brinda sus más sinceras condolencias.

. . .

Al final de la noticia había una foto de la niña, verla provocó que mis piernas perdieran totalmente su fuerza y caí sobre ellas.

El cuerpo de Nora estaba tirado sobre una pila de hojas, se veían que los huesos de sus dedos están rotos, de su boca salía una gota de sangre que recorría su barbilla y cuello hasta llegar a su pecho, donde tenía un enorme agujero donde debía de ir el corazón.

El agujero era demasiado grande, desprendía una gran cantidad de sangre que manchaba todo su vestido rosa, su rostro expresaba agonía y terror genuinos, pero, aparte de eso, algo en su rostro faltaba, sus ojos no estaban.

Tres agujeros. Sus ojos, su corazón, habían sido arrebatados.

Tenía golpes y moretones por todo el cuerpo, en especial en sus clavículas y brazos. Inconscientemente toque los míos provocando que unas perturbadoras imágenes llegarán a mi mente como una especie de flashback.

Todo lucia borroso y con un ambiente blanco y al mismo tiempo sombrío, Niccolo y ella en el bosque, tomados de la mano. Se agachó un poco a la altura de su oído y le dijo algo que no pude escuchar, de pronto la suelta y se abalanza sobre ella tirándola al suelo y quedando encima, comenzó a golpearla repetidas veces sin piedad, rompiéndole algunos huesos. De su bolsillo saco una daga con un mango de cuero rojo y guarda de plata al igual que la hoja. La tomo con fuerza y la enterró en uno de sus ojos.

Ella gritaba y se retorcía como gusano cuando la sangre empezó a brotar mientras el hundía aún más la daga en la cuenca. Después de sacarlo, con una velocidad y fuerza inhumana, extrajo el otro. Sorprendentemente Nora seguía gritando de dolor pero no duró mucho cuando Niccolo tomo la daga con ambas manos, la levantó en el aire y la observó con una sonrisa lasciva antes de volver a enterrarla, ahora en su pecho.

Sueños profundos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora