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Justo cuando creí que había muerto desperté recostada en un montón de hojas rojas bajo un enorme árbol.

Seguía en ropa interior y no sentía frío aunque el viento estuviera algo fuerte.

Justo a un lado de ese árbol estaba el lago, un lago adornado con pequeñas hojas y algunas plantas alrededor, era realmente enorme, sería algo difícil encontrar el cuerpo de alguien muerto allí.

Me quede sentada un momento contemplando aquel bosque, aunque parecía que ya lo conocía desde hace años.

Daimon apareció junto a mi como era costumbre, su cabello rojizo brillaba con naturalidad y sus ojos azules podrían hipnotizar a cualquiera con tan solo mirarlos por algunos segundos.

—Vaya, veo que has crecido— me dijo mientras miraba mis pechos y mostraba sus hermosos dientes en una sonrisa.

—Cállate.

—¿Qué pasa bonita? te veo algo molesta.

—Me estoy empezando a hartar Daimon, ¿quién mierda eres? ¿por qué siempre sueño contigo? eres tan fastidioso, no me molestaría que desaparecieras de mi vida.

—Ya te he dicho que nos conocimos cuando tenías cinco años, lo demás es historia, me sorprende que aún no lo recuerdes— seguía con la misma sonrisa—bueno, de igual manera muy pronto entenderás todo.

—No quiero entender, solo quiero que te vayas.

—¿Pero que no te la has pasado bien conmigo?— se llevo la mano al pecho actuando de manera ofendida.

—Un día intentaste ahogarme en ese lago— lo señalé mostrando mi enojo.

—Creí que con eso sería más fácil hacerte recordar bonita.

—Eres un idiota.

—No intentes seducirme— me dijo acercándose a mi y poniendo su mano en mi mejilla —soy mucho mayor que tu.

—No me toques— pronuncie mirándolo a los ojos.

—No veo que apartes mi mano de tu rostro.

Me dio un pequeño beso en la comisura de mis labios y dio una mordida, nada fuerte, sin embargo me hizo sangrar.

Lamió mi sangre con la punta de su lengua y paso su mano por mis muslos causándome un escalofrío.

—No te preocupes, sanarán en cuanto despiertes— susurro cerca de mi oído.

El susurro de Daimon fue tan suave que me hizo cerrar mis ojos, al momento de abrirlos me encontraba de nuevo en el baño.

Mire mi celular y solo habían pasado 4 minutos.

El tiempo en los sueños puede ser tan extraño.

Mientras seguía tirada en el piso me di cuenta que la sangre y las cortadas de mis piernas ya no estaban, justo como Daimon había dicho, mis pechos y clavículas seguían igual aunque menos morados, eso ya era normal ya que siempre los había tenido.

Me levante y cambie para salir a mirarme al espejo, mi labio inferior estaba algo hinchado, seguí mirándome acomodando mi cabello lamentando el simple hecho de estar respirando hasta que escuche un ruido extraño en uno de los baños.

Era la única que estaba allí, así que me limite a no preguntar si había alguien y empecé a acercarme lentamente.

Había un líquido rojo saliendo del tercer baño, abrí la puerta y contemplé que el inodoro era la fuente de aquel líquido, salía a montones hasta el punto de casi manchar todo el lugar.

Sueños profundos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora