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Creo que se podría decir que me trague un kilo de tierra al momento de caer, y Dani tal vez cuatro porque la mitad de mi cuerpo cayó encima de él.
Me sentí muerta, no tenía ganas de levantarme y todo me dolía y al parecer a el también, o tal vez se había desmayo.

Todo quedó en silencio hasta que el ambiente fue inundado con el suspiro ronco de Oliver.

Me tomo de la espalda y me levanto del piso, luego levanto a Daniel y le dio un golpe en la cabeza, Liam miro todo con seriedad, el gatito se encontraba sobre sus zapatos dormido al igual que Leyla, era muy pequeño y completamente negro, fue impresionante que lo haya visto ya que era de noche y las pocas hojas tapaban la mayoría de su cuerpo.

Sobe mis rodillas y luego mis brazos, después tomé a Dani de la cara para revisar que no se le hayan salido los ojos pero solo tenía un pequeño raspón en la mejilla y algo de lodo, jale la manga de mi sudadera y comencé a limpiarlo, lo tomé de la mano y lo obligué a caminar.

—Ya hay que largarnos, Oliver toma al gato y tú Liam muévete.

La casa de Oliver era la más cercana y la mejor opción así que fuimos a la suya, caminamos aproximadamente tres calles y entramos quitándonos algunas  prendas de ropa para no mojar la alfombra.

—Hacer pijamada después de algo estúpido se está volviendo una costumbre ¿cierto?— mencionó Oliver encendiendo la televisión y poniendo la película de Coraline.

—Despierten a la conejita y métanla a bañar que ya huele a perro mojado— dijo Liam acostándola en un sofá.

—Nos bañaremos todos, primero serán Watson y Leyla, yo me iré a mi habitación y Daniel y tú arréglenselas como quieran... hay ropa en esa habitación.

Hicimos caso y desperté a Leyla para que nos ducháramos en su habitación mientras Dani usaba el baño de la sala y Liam el de la parte de arriba.
Tardamos dos horas para estar listos y con alguna ropa seca puesta, el gato permaneció todo el tiempo con Oliver ya que el lo llevo a su habitación.

Estando todos en la sala nuevamente nos acomodamos en el sofá más grande a terminar de ver la película con alguna manta que a duras penas nos tapaba las piernas.

Sin darnos cuenta nos quedamos dormidos allí mismo aún con el televisor encendido.

El día siguiente pensamos en ponerle un nombre al gatito para después decidir quién se haría cargo de el. El nombre fue bastante fácil, yo lo propuse y todos estuvieron de acuerdo.

Coco.

¿Enserio Coco? ¿no prefieres ponerle melón?—bueno, no todos estaban de acuerdo.

Pero después de todo yo gane y el nombre fue coco. Quien se lo quedaría sería Oliver y Leyla, ya que coco se había encariñado con el y a Leyla le hacía ilusión tener una mascota.

. . .

Durante todo el fin de semana me sentí bien. Sorprendentemente me sentí bien. Se cumplían tres noches libres de sueños extraños, libres de dudas, miedo o alguna cosa parecida. Nunca había tenido esa sensación, era tranquilidad pura, incluso el respirar se volvió más fácil.

Pero de igual manera sentía que una parte de mi faltaba.

Y el hecho de encontrarme así de bien me era preocupante, pase toda mi vida como una mierda a tal punto de medicarme ¿y me estás diciendo que de un día a otro todo parece estar bien?, ni tu te la crees.

Pero seguía siendo un respiro que no pensaba desaprovechar.

Modifique mi habitación, moví los muebles y la cama de lugar para que todo se sintiera más armonioso y también cambie los dibujos por otros. Me deshice de la caja y las cartas. Por la madrugada del domingo salí de mi habitación al patio trasero y tomé asiento en la pequeña resbaladilla que usaba cuando era pequeña, las quemé una por una.

Sueños profundos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora