Una Corte de Sombra y Estrellas

Bajo la Montaña - Parte 1

Azriel

La llamó dos veces y eso fue todo. No fue tras ella, porque no hubiese sido lo correcto. Se quedó allí por un largo instante, pensando en lo que hubiese hecho si Alina no hubiese estado. Tristemente se dio cuenta que hubiera ido tras Elain, sin importar las consecuencias. Sin embargo, ahora no podía. Tenia un compromiso silencioso con Alina y le debía respeto a Elain. Gritó silenciosamente, llenó de frustración. Se odiaba a si mismo por haberle hecho daño, por haber confundido su corazón tan puro. Se elevó en el aire, dejando que el viento le diera algo de consuelo (aun que no se lo merecía), y se dejó ir, guiado solo por sus alas y el viento.

Después de un par de horas en las que simplemente voló, sintió la conexión con Rhysand, llamándolo, como si tuviera una cuerda atada a su Alto Lord.

– ¿Estás con Elain? – le preguntó segundos después.

– No. – Respondió, sintiendo la oleada de pánico.

El había estado horas fuera y Elain aún no había regresado. Sabía que en el bosque no habían bestias, él mismo las había aniquilado para que la tierra fuera segura para ella, pero habían riscos y estaba la parte del río caudaloso en el que había podido caer. Y más halla estaba el camino hacia Primavera. Quito ese ultimo pensamiento de su cabeza, Elain siempre se había negado a ir a Primavera, le temía, y estaba seguro que este día no sería la excepción.

– ¿Cuándo y donde fue la ultima vez que la viste?– preguntó con sequedad.

– Hace más de dos horas. En el bosque. Iré a buscarla. – Habló Azriel, sintiendo que todo eso era su culpa. Voló lo más rápido que pudo hasta Velarys y cuando estuvo a punto de adentrarse en el bosque en picada, listo con arrasar con todo, con tal de encontrar a Elain, Rhysand habló nuevamente.

– Ya está aquí. Será mejor que por ahora no vengas. Nesta quiere matar a alguien. Y tu estás primero en su lista. – Se limitó a decir y ese hilo que tenía con su hermano se cortó. Había cerrado la comunicación sin darle más explicaciones, dejándolo con un vacío en el pecho.

Se sintió una basura en ese momento y solo voló a la Casa del Viento, confiando en que Elain estaría bien.

Gwyn

Cuando llegaron ante Clotho, Gwyn le pidió permiso para que Alina entrara, la hembra solo escribió un Si en el papel, sin embargo, ella pudo notar el asombro debajo de su capa. Ese asombro por el rostro de su nueva amiga. Se preguntó si realmente era tan parecida a Erin como todos decían. Lo cierto es que, si era parecida a Rhys, aun que ella podía afirmar a que Alina era más bonita que él. Sus facciones más finas y la determinación en su mirada. Sus ojos eras violetas, pero Gwyn podía jurar que sus ojos quemaban más que el sol.

– Muchas gracias. – Se limitó a decir Alina con respeto y se adentró en la biblioteca.

En ese momento, su nueva amiga olvidó sus preocupaciones. Lo notó en sus ojos, ampliándose como platos al ver la biblioteca. Le recordó a ella misma la primera vez que realmente "vio" la biblioteca, en todo su esplendor y sin miedos de que le volvieran a hacer daño. Se sintió protegida en ese lugar y a la vez, tan pequeña. Eso había sido cuatro meses después de su violación y de la muerte de su hermana. Cuatro largos meses en los que fue un alma penante y no una persona real. Ahora sentía aquello tan lejano y a la vez, siempre tenia el peso en su espalda, como si un manto de miedo aun la cubriera por completo, ese manto que le impedía salir más de lo necesario.

¿Algún día se iría? Deseaba que si, pero no lo sabía.

– Esto es increíble. – Le dijo Alina con los ojos brillantes de emoción. Gwyn se preguntó si en su tierra natal le permitían leer libros. – ¿Hay libros de todo? ¿Cómo por ejemplo de las damas danzantes? – preguntó con emoción. Gwyn asintió con la cabeza. Azriel había sacado esos libros hace un par de años, cuando todavía ella era demasiado tímida como para acercarse. Sin embargo, sabía muy bien donde estaban.