Vínculo de compañeros

458 42 44
                                    


Elain

El suplicio de Azriel había durado horas y nada pudo solucionarlo, ni si quiera las curanderas que llegaron en medio de la noche con magia y pociones. Fue tormentoso escucharlo gritar el nombre de Alina hasta que sus cuerdas bucales comenzaron a sangrar. Nadie podía ayudarlo y eso era demasiado frustrante. Así que Elain solo pudo sentarse a su costado, entrelazando sus dedos a los suyos, mientras le rezaba a La Madre que lo protegiera.

Pasó horas allí, mientras los demás que podían volar la buscaban.

Hubo un momento, a eso de las tres de la mañana, en que los gritos de Azriel comenzaron a apaciguarse, no porque le doliera menos, ya que podía verlo sufrir y retorcerse, sino porque sus cuerdas bucales estaban demasiado dañadas.

Alina. – Susurró con la voz rota y llena de dolor mientras ajustaba su mano. El corazón se le partió en ese momento y tuvo que salir de la estancia para tomar un respiró. Se quedó apoyada a una de las paredes, intentando darse fuerzas para volver a entrar. Su cuerpo y alma estaban destrozados y aun así, él seguía diciendo su nombre.

– La curandera dijo que nunca había visto algo así, que es como si le estuvieran arrancando el vinculo de compañeros y él estuviera luchando y resistiendo para que no lo hagan. – Dijo Mor con tristeza. Elain se quedó en silencio mientras escuchaba el suspiro cansado de Amren. – Pero quitarse el vinculo es imposible. – Siguió Mor con nerviosismo.

– Quizás esta muriendo. – Susurró Amren, haciendo que Elain comenzara a sentir miedo por esa hembra y por como resultaría afectado Azriel.

– No digas eso. – Respondió Mor. – Pobre Azriel, lo único que ha querido toda su vida era una compañera que le correspondiera. – Dijo la hembra con algo de culpa en la voz.

– Y la tiene o tuvo, pero tomó la decisión equivocada. – Dijo Amren con sequedad.

Elain ya no quiso escuchar más y se metió a la habitación. Descubrió que esta vez, Azriel estaba ya calmado. Comenzó a reaccionar en el momento en que la luna comenzó a ocultarse. Fue como si despertara de una horrible pesadilla. Su rostro estaba demacrado, tanto que le dolía verlo.

– Agua. – Pidió con la voz ronca. La casa hizo aparecer una copa de agua que Elain puso en sus labios temblorosos.

– ¿Az? – Le preguntó Elain, hasta ese momento, el macho ni si quiera la había visto. Y cuando levantó la cabeza solo vio pena en su mirada.

– Creo que esta muerta. – Le dijo y apenas lo hizo, sus ojos se pusieron vidriosos. – Ya no la siento. – Susurró con más dolor.

El dolor en su voz y en su mirada le hicieron darse cuenta de que ella jamás sería suficiente. Quizás en el pasado si lo había sido, pero ahora ya no lo era.

Él quizás aun no lo sabía, pero ella ya lo había entendido. Se comió las lagrimas antes de que pudieran salir y le dio la mano.

– La van a encontrar y estará bien. – Le dijo, intentando darle animo. Azriel asintió con la cabeza e intentó levantarse de la cama. – No puedes levantarte, estas demasiado débil. – Le habló, pero Azriel intentó hacerlo de todas maneras.

– No la dejaré sola otra vez. – Susurró nuevamente. Elain asintió con la cabeza y corrió a llamar a las curanderas que estaban descansando en una de las habitaciones de huéspedes. Quizás le podrían dar algo para que tuviera la fuerza suficiente como para ir a buscarla.

Mientras corría a buscarla, un sentimiento de culpa se apoderó de ella. Todo eso había sido como un juego de dominós, ella había sido la primera pieza en caer y debido a su imprudencia, todas las demás habían caído. Quizás Alina había visto un futuro en el que Elain era feliz, quizás por eso ella había decidido desaparecer.

Una Corte de Sombra y EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora