El árbol de las almas

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Alina

Alina sopesó las palabras del macho por un instante. El podía solucionar su problema, pero no sería algo agradable. ¿Volvería su corazón en piedra? ¿Le quitaría los sentimientos por completo? Había escuchado de muchas maldiciones de ese tipo. ¿Estaba dispuesta a hacerlo? La respuesta vino a ella demasiado rápido: Si.

Quería dejar de sentir la necesidad de estar con Azriel para no estar sola, quería dejar de querer a Azriel y sobre todo, quería ser inmune a la relación que él tenía con Elain. Quería verlos y no sentir el odio que sentía en ese momento, esa rabia contenida que le hacía querer destruir todo, porque él no la había elegido a ella.

Suspiró.

– No me importa si a Rhysand no le agrada la idea, yo solo quiero dejar de sentir algo por Azriel. – Le habló. Los ojos de Bryaxis centellaron, como si dentro de esos ojos sangre, existieran rubíes.

– Bien, entonces descansa, saldremos al anochecer

Alina durmió y solo despertó por un delicioso aroma a carne asada. Podía acostumbrarse a ese lugar, con carne de caza y con un futuro incierto. Levantó la cabeza y observó que su ropa ya estaba seca sobre la cama. ¿Cuanto tiempo había dormido?

Se vistió rápidamente y salió de la estancia para encontrar la cocina. Nada fuera de ese mundo, a excepción del hermoso horno de barro que estaba en una de las paredes. El olor debía de venir de ese lugar. Alina aspiró con fuerza y su estomago rugió.

– Si todo el tiempo tienes tanta hambre, tendrás que cazar un ciervo por día. – Bromeó Bryaxis, haciendo que sus mejillas se sonrojaran.

– ¿Es ciervo? – Preguntó, intentando continuar la conversación. Bryaxis negó con la cabeza.

– Un tipo de hada. – Habló y le entregó un pedazo de carne, con papas. Alina tragó saliva con fuerza. Nunca había comido hada. Tan solo pensar en el pequeño animalillo le hizo dar nauseas.

– ¿Te gusta cocinar? – Le preguntó, intentado olvidar esa imagen.

– Me gusta comer bien. – Se limitó a decir.

Alina asintió con la cabeza. Quería preguntarle muchas cosas, entre ellas, ¿Por qué diablos la ayudaba? Pero no lo hizo aún. Sabía que su relación era muy precaria y ella necesitaba algo de él. Recordó a la Alina antigua, a esa que vivía con Eros y podía manipular a la gente. Se sentía cómo si hubiese sido otra vida, porque definitivamente, ya no podía ser indiferente a los sentimientos de los demás y, por lo tanto, ya no podía llegar a manipular cómo antes. Deseó volver a ser esa hembra que era indiferente a los sentimientos. Así quizás, no dolerían tanto los comentarios de Rhys o la actitud de Az.

– Iremos al pantano de Oorid. Es un lugar bastante peligroso a medida que va pasando la noche, así que te sugiero te prepares pronto.

– ¿Si es peligroso por qué vamos de noche? – Preguntó con el cuerpo alerta.

– Ya lo veras. – Respondió él. Alina se quedó en su lugar, con el tenedor repleto de carne de hada. No se movería si no tenía más explicaciones que un "Ya lo veras". Bryaxis lo entendió porque se limitó voltear los ojos.

– Bien, el pantano de Oorid tiene un portal hacia Hyberno. Muy pocas personas lo conocen en este tiempo, porque solo se abre de noche, cuando las bestias salen a comer. Y la verdad, los fae de estas épocas son aburridos y prefieren mantenerse con vida.

Alina había dejado de escuchar apenas él dijo Hyberno.

– ¿Iremos a Hyberno? – Preguntó.

– Si, allí está Isadora, es la única que puede ayudarte con tu problema.

Una Corte de Sombra y EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora