Azriel
Azriel se quedó escondido entre las sombras de una columna, escuchando como Alina hablaba con completa confianza frente a un grupo de pobladores. No pudo evitar quedarse confundido al verla hablar con tanta normalidad. Era una opresora y aun así las mujeres y hombres que estaban frente a ella no parecían temerle.
– Si es necesario que se pongan más guarderías para que puedan entrenar más, vamos a hacerlo. – Le explicó a una mujer de cabellera corta, Azriel pudo ver ligeramente su rostro, en la mitad de el había una amplia cicatriz que iba desde el inicio de su cabello, cubriendo uno de sus ojos, hasta su mandíbula.
Azriel no tuvo que ver mucho más, conocía ese tipo de cicatriz, la quemadura de una espada caliente en el rostro. Su estómago se ajustó al recordar ese calor abrazante seguido del dolor más agudo que él había sentido en las manos.
– Si, cada vez hay más mujeres que quieren aprender, pero es complicado con tanto niño pequeño. – dijo la mujer.
– ¿Es cierto que las niñas ahora podrán ir al colegio? – preguntó otra de las mujeres. Él no podía verla, pero si logró ver a una niña escondida entre sus piernas.
– Si claro que sí. - Dijo Alina y apenas lo dijo la niña comenzó a sonreír. Tuvo que mantenerse firme para no sacar el rostro y ver a la joven hembra.
– ¿Y qué hay de nosotras? ¿Podemos...? – la mujer no terminó de decir la pregunta, ya que al mismo instante el grupo de ancianos allí presentes comenzaron a gesticular palabras en susurros.
– Por supuesto que sí, el género o la edad no van a ser un impedimento para aprender. Jamás bajo mi mando y quien piense lo contrario terminará en el páramo. – habló Alina y el grupo de ancianos que se mantenían alejados del grupo de mujeres se quedó en completo silencio. Ellos solo asintieron con la cabeza, con mucho miedo como para poner objeciones.
Azriel pecó de curioso en ese momento e intentó ver a su excompañera.
En ese instante Alina levantó la cabeza y comenzó a observar la estancia. Lo sentía, a pesar de que ya no eran compañeros, aún lo hacía. Azriel se encontró con sus ojos color violeta y con sorpresa se dio cuenta que no estaba el antifaz en su rostro. El corazón comenzó a palpitarle con rapidez, ¿Cómo era eso posible?
– Se que aún hay mucho de qué conversar, pero por ahora necesito que me disculpen. Tenemos un invitado.
En cuestión de segundos, las mujeres y soldados que estaban allí presentes giraron con sus armas desenvainadas, listos para atacar, solo los ancianos se quedaron rezagados. Y esa actitud le demostró a Azriel, que en tres meses Alina no solo había conquistado esas tierras, sino que también estaba generando un nuevo grupo de guerreras. No pudo evitar sentir temor, si esas mujeres llegaban a ser igual de letales que Nesta, serían duras de asesinar en una batalla.
Alina se hizo paso entre los soldados y mujeres armadas. Bestia un hermoso vestido color lila que dejaba ver sus muslos. Se veía más sana y mortífera. Sus ojos brillantes ahora solo parecían escanear la situación.
– Puedes salir Azriel. – Pidió ella, mientras hacía que sus soldados bajaron las armas con un simple movimiento de manos. La madre de la niña la cargo entre brazos con preocupación, observando con cautela sus alas y sus sombras serpenteantes.
– ¿Tú no deberías estar en los páramos? – preguntó uno de los soldados. Azriel no pudo reconocerlo, a pesar de que era uno de los soldados que le había dado Keir. Azriel no respondió, solo observó a Alina, a la mujer en la que se había transformado desde la traición.
– No creo que sea buena idea no responder a mi jefe de guardia, Az. – Se limitó a decir ella, observándolo con la misma intensidad de la última vez en el campamento. Esa intensidad que podía desarmarlo en solo un segundo.
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Una Corte de Sombra y Estrellas
FanfictionUna Corte de Sombras y Estrellas cuenta la historia de Gwyn, Elain, Azriel y la misteriosa Alina. Una danzante de Arena que tiene el mismo rostro que la hermana asesinada de Rhysand.