Bajo la Montaña - Parte 2

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Alina

Alina asintió con la cabeza mientras él iba entrando poco a poco. Al sentir a Azriel completamente dentro de ella, su cuerpo se arqueó sin poder evitarlo.

– ¿Cómo te sientes? – preguntó a centímetros de su rostro. Ella lo miró a los ojos color avellana con timidez. Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía cohibida.

– Llena. – Se burló para romper la tensión. Azriel le dedicó una media sonrisa, haciendo que su cuerpo se derritiera. Esas contadas sonrisas era todo lo que ella necesitaba para seguir. Alina le acarició el rostro sin poder evitarlo. – Estoy lista. – habló y eso fue todo para desatar parte del verdadero Azriel.

El macho comenzó a bombear, primero suave, haciendo que su cuerpo tuviera pequeños espasmos de placer. Luego comenzó a hacerlo con más velocidad y Alina tuvo que contener los gritos que amenazaban con salir.

– No te contengas – Le susurró en la oreja y luego se la mordió. Alina gritó de placer, al sentir cómo sus dientes rozaban sus terminaciones nerviosas. ¿Cómo había perdido tanto años con la horrible verga de Eros?

– No lo haré – habló y atrapó sus labios con los suyos. Lo besó ferozmente, haciendo que el labio inferior de Azriel sangrara. Alina se relamió los labios y eso hizo que Azriel de alguna manera se pusiera aún más caliente. Levantó sus piernas sobre sus hombros, entrando más profundo, volviéndola loca.

Alina gritó, pero no de dolor, sino de placer puro. Jamás se hacía sentido tan bien.

– Más fuerte. – Exigió olvidando todo y él obedeció. Azriel comenzó a decir su nombre con la voz ronca, mientras ella gemía cada vez con más fuerza. Estaban totalmente desatados y a punto de llegar. Alina tomó sus rostro como pudo y lo besó ferozmente mientras ambos se unían en un orgasmo pleno. Azriel se desplomó a su costado, completamente agotado, pero Alina no lo dejaría en paz tan rápido. Le acaeció el rostro y luego se acercó a darle un beso en la mejilla, haciendo que Azriel la observara.

– Me encantas. – Le susurró, haciendo que otra vez, él macho sonriera, esta vez con cansancio.

– A mí también me encantas Alina. – Se limitó a decir y la abrazó. Sintió su cuerpo cálido pegado al suyo y por primera vez, sintió que ese podía ser su hogar. Él.

Posiblemente había sido el mejor sexo de su vida y quería más. Levantó la cabeza después de un rato para ver al macho y descubrió qué estaba con los ojos cerrados. Se mordió el labio para no reír. ¿Enserio se quedó dormido?

No supo en qué momento se quedó dormida también, simplemente despertó, sin saber el por qué. Observó a su compañero, aún seguía durmiendo plácidamente a su costado. En ese momento sintió algo, como si alguien más estuviera en Bajo la Montaña. ¿Sería Calia? Se puso rápidamente el abrigo que le había dado Azriel y se tamizó sigilosamente.

Definitivamente quien estaba en el comedor no era Calia. Vio la espalda de un niño de cabellera oscura, el mocoso revisaba los baúles de Calia sin vergüenza alguna, haciendo caer los tesoros que la hembra había estado recolectando por años, por toda la estancia. Mapas, joyas, libros y ropa costosa, estaban desparramadas por la estancia. Como Azriel no se despertaba por todo ese ruido, era realmente un misterio.

¿Qué haces aquí? – Preguntó en su mente y apenas lo hizo, supo que aquel niño no era normal. Su mente estaba hecha de solo bruma espesa, no habían murallas que atravesar, pero tampoco había algo que ver, como si la bruma fuera aún más fuerte que cualquier muralla mental. El niño de aproximadamente 13 años, giró y Alina tuvo que contener su grito con ambas manos al darse cuenta que era su hermano, con la garganta degollada y la ropa manchada de sangre seca. Instintivamente se pellizcó pensando que eso era una pesadilla, pero aquello era real.

Una Corte de Sombra y EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora