Prólogo.

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Harry

—Aquí tiene todas sus maletas, señor Styles —mi chofer se detuvo delante mío en espera de mis indicaciones.

—Ya puedes retirarte, Tom —palmeé ligeramente su espalda y extendí mi mano con una sonrisa. —Muchas gracias por todo, nos vemos pronto.

Tom recibió mi mano y después de despedirnos, vi como el auto se alejaba cada vez más. Cerré los ojos, volteé para observar la gran casa delante de mis ojos. Caminé hasta la entrada, con mis maletas en mano, miré dos segundos la llave y finalmente, abrí la puerta. Al entrar, el silencio reinaba y la soledad se hacía presente.

Cuando decidí desaparecer del mundo, buscaba algún destino para poder pasar desapercibido, mi gran amigo Mitch me dio la grandiosa idea de Jamaica. Antes de que él pudiera terminar su oración, me encontraba con la laptop entre las piernas buscando boletos que salieran al día siguiente. Con mis maletas, mi guitarra y mi libreta, partí para así, desaparecer por un tiempo.

Examiné la casa, cálida a pesar de estar inhabitada por mucho tiempo, me llamó la atención el gran ventanal que daba hacia una especie de terraza, sacudí el polvo de las cortinas, estornudé tres veces gracias a este y abrí la gran ventana de vidrio. El aroma a Caribe se hacía presente y el sol apenas estaba por brillar en su punto más alto. El sonido de las olas solo me confirmó que fue una gran elección.

Empecé acomodándome, colocando en mi celular a Bob Marley, lo sé, cliché, pero si me encontraba en su paraíso, disfrutaría de la experiencia completamente. Así pasó mi tarde, conmigo ordenando el gran alboroto, limpiando y por qué no, cantando. Sin embargo, mi felicidad duró poco.

—¿Aló?

Hola Harry, me enteré que decidiste viajar inesperadamente —mierda.

—Eh, si —mencioné midiendo mis palabras. —Necesitaba un respiro después de todo este tiempo.

Claro, hombre, todos lo necesitamos —mencionó con la voz divertida.

—¿Sucedió algo?

No, pero tus vacaciones sólo pueden durar dos meses, después, te necesito en California con nuevas canciones y listo para lanzar un nuevo álbum.

Carajo.

—¿Hablas en serio, Jeff? ¿Nunca podré tener un descanso?

Así es, amigo, este es el costo de ser una estrella, disfruta tus vacaciones, estamos coordinándonos, adiós.

No pude replicar ya que el pitido de fuera de línea sonaba rápidamente, tiré mi cabello y me frustré por pensar que lo que serían mis vacaciones, terminaron siendo un tiempo para escribir. No me malinterpreten, amo escribir, pero necesitaba un descanso, sin saber nada de música. Algo ofuscado y con la mente en cualquier lugar, tomé las llaves de la casa y salí sin rumbo alguno.

Camine por lo que diría una hora, hasta que una pequeña playa, algo escondida llamó mi atención, con la curiosidad en mi ser, me adentre en ella. La arena era blanca y el olor a océano inundó mis fosas nasales. Así que me senté sin más, tratando de imaginar que no sentía la presión de escribir mi primer gran álbum. Sin saber cómo, cuando y donde, terminé en una fiesta junto a unos australianos que se hicieron mis amigos, no saben lo bien que sentí que la gente me tratara solo como Harry, sin alguna intención por detrás.

La música y las personas bailando estaban por todos lados, así, mi nuevo amigo, Andrew, me animó a jugar una ronda de siete minutos en el paraíso. Los turnos pasaban hasta que el mío llegó, en mi delante, se paró una rubia despampanante, con grandes curvas y bastante ebria. Los gritos y aplausos se escucharon cuando nos obligaron, prácticamente, a subir al segundo piso, algo asustado por la actitud de ella, le dije que me esperara en el pasillo mientras iba al baño. Después de quedarme parado cerca al balcón por unos segundos, y a pesar de la bulla, escuché sus gritos, salí corriendo y me adentre en cualquier habitación.

Mierda —sentí un golpe en mi espalda, haciendo que me sobresaltara.

—Lo siento, lo siento mucho —la voz femenina sonó detrás mío, voltee y me encontré con una pequeña mujer, algo enojada.

—El baño se encuentra ocupado, sal de aquí —menciona ahora, más enojada.

—No puedo salir, es que, lo siento.

—Si no te vas, voy a gritar —amenazó queriendo pasar por encima mío para salir de aquella pequeña habitación.

Al ver que no decía nada, abrió su boca pero escuché los gritos de la rubia, abrí los ojos asustado y por instinto, le tapé la boca con mi gran mano. Ella me miró mal y empezó a moverse.

—Te prometo que todo tiene una explicación, pero ayúdame a salir de aquí sin que la rubia me vea —le rogué prácticamente desesperado.

—Ni siquiera sé tu nombre.

—Harry.

—Te ayudo y luego desapareces de mi vista —suspiró frustrada acomodando su blusa.

—De acuerdo —dije sin más, solo quería salir de aquí. —Muchas gracias —alargué la oración en busca de saber su nombre.

—Carolina, me llamo Carolina.

¡Aquí el prólogo de Carolina!

Gracias por sumarse conmigo a esta nueva aventura.

Les agradecería muchísimo que me dejen sus votos y comentarios, me ayudarían demasiado como escritora.

Espero se encuentren bien, les mando un gran abrazo.

Clau.

Carolina [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora