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Harry.

El ambiente en el restaurante era bastante tranquilo, había música de fondo y cada persona estaba sumergida en su mesa. Le dije a Carolina que se arreglara, era nuestra primera cita y quería encantarla. Ella apareció con un vestido blanco, pegado, corto, junto a unos tacones y un lindo collar de perlas, su cabello pelirrojo estaba atado en una especie de moño despeinado que no la hacía lucir informal, sino todo lo contrario.

Se veía preciosa, irradiaba felicidad, amaba saber que su gran sonrisa se debía a mi, amaba sentir que ella, de alguna manera, era mía. Agradecí al cielo haberme puesto mi camisa blanca con mangas y una bermuda con zapatillas, elegante pero casual.

Ella sonreía del chiste estúpido que conté, a esta mujer le parecían graciosos mis chistes, Dios, donde estuvo toda mi vida.

—No entiendo como te dan risa, ni siquiera a mi me causa gracia y eso qje yo soy el que los cuento —solté con una carcajada.

—La intención es lo que vale, Harry —menciona para tomar de su copa.

El menú fue traído, pastas, clásico y romántico, nunca falla.

En silencio empezamos a devorar la exquisites delante nuestro. Ambos nos sumergimos en una conversación banal hasta que ella decidió profundir en un tema que la atormentaba.

—¿Sabes? A veces no sé si disfruto lo que hago, es decir, amo ser abogada, pero no se si soy realmente exitosa, no se si valga la pena estar detrás de un escritorio toda mi vida.

La oigo y pienso que es algo que me cuestioné muchas veces al dejar la banda y hacerme solista. Detengo mis movimientos y le doy una mirada.

—Una vez un amigo, sabiamente me dijo que no permita que nadie me diga que no soy exitoso si hago lo que me gusta. Gracias a esa frase el éxito se volvió tan relativo —me encojo de hombros. —Supongo que desde ese día me considero el rey del mundo.

—¿Amas lo que haces?

—Amo escribir, amo en lo que trabajo, creo que nací para esto —ella me da una mirada comprensiva y alegre, haciendo notar sus lindos pómulos.

—Eres muy afortunado, muy pocas personas son felices con lo que hacen. A mi me encanta el derecho, pero quizá me gustaría dedicarme a otra cosa en algún punto de mi vida.

—Créeme que seré el primero en apoyarte.

—Y espero ser la primera en oír esas canciones tan lindas que compones para algún artista —me tensé un poco pero sonreí de igual forma.

—No es la gran cosa, son artistas que recién comienzan —¿Por qué sigues mintiendo, Harry estúpido?

—Da igual si es Ariana Grande o alguien aficionado, tus canciones son grandiosas, Harry —sentí su mano rozar la mía y entrelacé mis dedos con los de ella.

—Gracias, Carito.

—Está muy rico —menciona ella mientras lleva un bocado a su boca.

—Te lo di-

—¡Harry Styles! —voltee la cabeza asustado. —Lamento interrumpir, se que estas cenando, pero podrías darme tu autógrafo y una fotografía ¡Por Dios, voy a llorar! —una muchacha estaba por entrar en crisis mientras sostenía su celular en la mano derecha.

Mierda, mierda, mierda.

—Creo que lo estás confundiendo —Carito frunció el ceño y me miró esperando una explicación.

—Dame un momento —le pedí encarecidamente a la pelirroja. — ¿Me acompañas, por favor?

Arrastré a la muchacha prácticamente lejos de ahí.

—Escucha, no puedes decirle a nadie que estoy aquí ¿De acuerdo? —ella asentía sin parar, tomé el papel junto con el lapicero de su mano y firmé rápidamente. —Estoy intentando tomar unas vacaciones y necesito que seas discreta, por favor, nadie debe saberlo —suplique.

—Oh, si, por supuesto, no diré nada, te amo muchísimo —me abrazó a punto de romper en llanto.

—Y yo a ti —le regalé una sonrisa y unas palmadas en el hombro mientras ella limpiaba sus lágrimas —Muchas gracias...

La verdad, aún me cuesta creer que genere estas reacciones en las personas, es extraño.

—¡Laura!

—Muchísimas gracias, Laura, espero verte en algún concierto, cuídate mucho.

Le di una sonrisa y salí de ahí directo al baño. Carajo, que mierda le digo a Carolina ahora ¿Que, efectivamente me confundieron? No sé que decir, joder. Me mojé la cara tratando de buscar una excusa, le diría la verdad cuanto antes, pero no aquí, no así. Cuando estaba por salir, la puerta se abrió, dando paso a una Carolina algo acalorada.

—¿Qué haces aquí?

—Te demoraste un poco y me aburrí, vi que entraste al baño, entonces te seguí —su sonrisa coqueta me embobó, haciendo que mis manos llegaran a su cintura.

—Deberíamos salir de aquí, nos van a descubrir —ella hizo caso omiso y cerró la puerta con seguro.

Se acercó a mí lentamente y me estampó un beso con sabor a vino, me calentó de inmediato al sentir sus manos en mi bermuda. Sabía que era arriesgado, pero a la mierda. La cambie de posición dejándola a ella entre la pared y mi pecho, la escuché gemir y esa fue mi señal para bajar el cierre de su vestido.

Me apresure a besarla en cada rincón de su cuerpo, tocarla y disfrutarla mientras escuchaba pequeños susurros salir de sus labios. Al cabo de los minutos, el aire del baño se hizo pesado, nuestras respiraciones agitadas empañaron los espejos, agradecí que la música estuviera alta, lo aprovecharía.

La volteé contra la pared y tomé sus caderas con un sonrisa en los labios, me tomé el atrevimiento de mover sus bragas y no espere más para sentirla apretada dentro de mi. No sabía si el momento me calentaba tanto o simplemente escucharla gritar muy alto, mis movimientos se intensificaron y la sentí moverse.

—Quita esa sonrisa, idiota —ella empezó a mover sus caderas contra mi, ese fue mi fin y sin esperar mucho tiempo, ambos gritamos al sentir el orgasmo.

Ella giró con la respiracióm agitada y llevó sus manos a mi cuello. Me acerqué y la besé lento, perdiendome entre sus labios. Cuando recuperé la compostura, supe que debíamos salir de este restaurante cuanto antes.

—Vámonos a casa, bebé —nos vestimos rápidamente, tiré de ella mientras reíamos sin sentidos.

Entre tropezones, risas y besos, llegamos a mi casa, Carolina se arrancó el vestido quedándose en lencería negra, se veía increíble, la mujer que podría ser mía para siempre, era increíble.

—¿Ya te he dicho que eres sumamente preciosa? —murmuré pegandome a ella.

—Un par de veces, quizá.

—Vas a ser mi mujer esta noche.

Entre besos y risas subimos a la planta superior, Carito me lanzó a la cama y me sacó los pantalones y mis boxers.

—O quizá tú vas a ser mi hombre.

De un empujón introdujo a mi amigo dentro de ella, con buenos y rápidos movimientos empezó a saltar encima mío. De mis labios escapan su nombre y muchas groserías, que mujer. La tomé de las piernas y le di la vuelta, ella quedó bajo mío y mientras mordía su pezón derecho, terminé de destruirla. No controlé mi fuerza al punto de que la cama empezó a chocar contra la pared, estaba sumergido en el placer que me causaba ver a Carolina gemir debajo mío.

La sentí llegar y con todo mi esfuerzo logré alcanzarla. Le regalé un beso y al finalizar...

—¡Mierda! —el golpe en el suelo junto con el sonido de las maderas nos dejó quietos.

—¡Rompiste tu cama, idiota! —carcajeo para llenarme de besos el rostro y burlarse de mí el resto de la noche.

She's such a good girl.

She feels so good.

Carolina [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora