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Jueves, 21 de enero

Kara respiró hondo y miró a David McMillian, su amigo de toda la vida además de su hombre de confianza, y ahora el nuevo Jefe de Personal de la Casa Blanca. Ella lo conocía desde sus años de estudiante en Harvard. Estudiaron juntos, e incluso compartieron habitación durante un semestre, antes de que kara conociera a Samantha. Todo el tiempo que habían pasado juntos había cimentado su amistad, la cual se había convertido en una constante en sus vidas.

Mientras las aspiraciones políticas de Kara la situaban en el punto de mira, David era feliz de poder trabajar en las sombras, donde, como él le recordaba a Kara bromeando, se refugiaba el verdadero poder.

Kara cogió y giró el frio pomo de metal. Una sonrisa tonta apareció en sus labios.

—Lo conseguimos.

—Sí, lo conseguimos, Señora Presidenta.

—Para con eso. — Se burló al oírle llamarla así. Ellos estaban más allá de esos formalismos, al menos en privado. Y David lo sabía. Pero aun así, era divertido picarla. —O te haré llamarme Wonder Woman.

El hombre alto y pelirrojo se rascó la barbilla en gesto pensativo, y sus ojos color avellana se abrieron de par en par. —¿Huh?

—No importa.

Acababa de amanecer, las oficinas estaban vacías, una tranquilidad casi sobrecogedora los envolvía. Así era como kara quería que ella y David entraran por primera vez en el Despacho Oval como Presidenta y Jefe de Personal. Había contado con mucha gente para llegar hasta ahí, pero sin el apoyo de su mejor amigo nunca lo habría conseguido. Era, pues, apropiado que ellos saborearan ese momento juntos y solos.

Ella abrió la puerta pero no entró. David sonrió y le indicó. —Después de usted, Wonder Woman.
—Chico listo.

Entró en la oficina y respiró hondo, deteniéndose en el centro de la habitación y disfrutando cada sentimiento, abandonándose ante el placer que eso le producía. Una sonora carcajada le salió del pecho. Se giró y encontró a David de pie detrás de "el sillón".

David le sonrió y dio un golpecito en el suave cuero.

—Vamos, pruébalo.

—Casi tengo miedo de hacerlo— admitió. —Es como si al intentar sentarme en esa silla, me fuera a despertar del sueño, y todo esto vaya a desaparecer.

—No. Es real. Estás aquí y ya nada va a ser lo mismo otra vez. Has hecho historia, Señora Presidenta. Ahora vamos a darles cuatro años que no van a olvidar nunca.

Kara respiró profundamente otra vez y se dirigió hacia el sillón. Se hundió en el suave cuero soltando un inaudible suspiro. Estiró las manos sobre el escritorio, sintiendo la fría y lisa superficie bajo sus manos. —Soy la Presidenta de los Estados Unidos— susurró mirando a su Jefe de Personal.

—Sí, lo eres— le contestó soltando un suspiro. David se mordía el borde de su pequeño bigote pelirrojo, totalmente consciente de la trascendencia del momento que estaba viviendo.

Kara parpadeó y se quedó quieta recorriendo toda la habitación con unos ojos impacientes.
¡He perdido la cabeza!

—Ya lo creo. — David se aclaró la garganta. —Ahora te dejaré sola para que puedas colocar tus cosas. Están en esas dos cajas blancas de la esquina. — señaló mientras se dirigía a la puerta.

—Gracias, David. — Levantó la vista —Hey, si no odias esto mucho ¿vamos a ir a por los ocho?

—Pregúntamelo dentro de dos años. Que tengas un buen día, Señora Presidenta.

SEÑORA PRESIDENTA - SUPERCORP Donde viven las historias. Descúbrelo ahora