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Viernes, 11 de junio.

Kara, con la ayuda de su muleta, caminaba lentamente por el pasillo. Era su primer día de vuelta en el Despacho Oval desde que recibió los disparos. Incluso desde el hospital había estado desempeñando sus labores como Jefe Ejecutivo, pero este era su primer día — oficial — de vuelta al trabajo.

David y Sharon habían hecho un maravilloso trabajo manteniendo a la prensa informada y actualmente disfrutaba de un 65% de rating de apoyo. ¡Maldita sea, si me hubiera dado la cuarta bala estaría muerta o disfrutaría del 80%!

—Buenos días, Sra. Presidenta. — Jane ya estaba de pie cuando Kara entró en la oficina exterior. Había oído los rítmicos pasos de Kara y el sonido de la muleta al golpear contra el suelo del pasillo. Jane sonrió y le ofreció a Kara la que sería la primera de seis o siete tazas de café.

Unos cuantos segundos después de Kara entró Liza, con la nariz metida en su agenda electrónica.

—Buenos días, Jane. — kara sonrió lo mejor que pudo a pesar del punzante dolor que sentía en el hombro y en la cadera. — ¿Puedes pasar a mi despacho un momento, por favor?

—Por supuesto.

Las tres mujeres entraron pero Lizza se separó de las otras dos, cogiendo la taza de la mano de Kara y colocándola en el escritorio de la Presidenta. Inmediatamente volvió a trabajar en la agenda copiando las citas de la agenda electrónica al libro de citas de Kara.

Kara se volvió hacia Jane cuando la puerta se cerró. Se dirigió hacia ella y la abrazó. — Gracias. Gracias por ser un punto de apoyo para mi familia otra vez. No sé lo que haría sin ti.

Jane, que no era nunca partidaria de los momentos emotivos, le dio a Kara un caluroso abrazo.

— Perderías la cabeza si David, Emma y yo no te la sujetáramos al cuerpo.

La presidenta entornó los ojos pero rápidamente accedió. — Tienes toda la razón.

—Y ahora Lizza se ha ganado un puesto en esa lista también, Kara. Esa chica no gana suficiente para todo lo que hace.

Las cejas de  Kara se arquearon. — Tienes razón de nuevo. Le debería mandar flores, ¿no crees? — preguntó en un susurro.

—Qué gran idea, Sra. Presidenta. — Jane le respondió susurrando también. — Me ocuparé de eso.

—Gracias — kara se dirigió hacia su escritorio, pero se detuvo. — Oh, Jane.

—¿Sí?

—Pídete para ti uno de esos asquerosos cactus que te gustan, también.

Ella se enfurruñó. — Debería comprarme dos. ¡Y muy caros!

Karasonrió y sacudió la cabeza al oír a la mujer mayor abandonar el Despacho Oval. La Presidenta se sentó cuidadosamente en el escritorio, tomándose tiempo para consultar su agenda y tomarse el café. — Lizza, ¿Dónde se ha tenido que ir corriendo Lena esta mañana?

¿Lo sabes? — Apoyó la muleta en el escritorio, pero fuera de la vista.

—Sí, Sra. — Lizza se retorció un poco al oír el nombre de la escritora. — La Srta. Luthor tenía varias reuniones en el Capitolio. Entrevistas para el libro con los congresistas y senadores de Ohio, creo.

—Dios, espero que todos estén de buen humor por allí esta mañana, — kara murmuró mientras firmaba varios documentos. Se detuvo mirando un largo papel delante de ella. — ¿Qué demonios es esto? ¿La lista del supermercado?

Lizza se asomó sobre el hombro de Kara. — Es el menú sugerido para la Comida de Estado, Sra. Presidenta.

—Ah, llévalo a la secretaria social para que le eche un vistazo. Si tiene alguna pregunta, que hable directamente con Jane o incluso con Beth McMillian. Ellas se encargan de los papeles de la Primera Dama mucho mejor que yo. Además, siempre y cuando no sirvan chucrut, no me importa lo que comamos.

SEÑORA PRESIDENTA - SUPERCORP Donde viven las historias. Descúbrelo ahora