24. Saltar al vacío

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Wang Yibo había luchado con la tentación de buscar de nuevo a Zhan.

El lunes siguiente a la exposición de la galería, el departamento de la fiscalía había aceptado el trato de Haoxuan quién comenzó a proporcionar nombres de todas las empresas que habían participado de algún modo en delitos o fraudes al relacionarse con las empresas Wen. Empresas Wang figuraba en esa gran lista de involucrados pero debido a la información obtenida por Xiao Zhan habían logrado parar el escándalo y evitar el daño a su reputación.

Yang Zi había desaparecido del mapa al enterarse de que Haoxuan había sido liberado y hasta el momento no habían podido atraparla.

Apenas unos días después de todo el escándalo generado Wang Yibo se encontró marcando el número de Xiao Zhan que se encontraba en la tarjeta que el pelinegro le había dado en su primer encuentro y que ahora atesoraba y llevaba consigo a todos lados como si de un talismán se tratara.

Por más que marcaba a ese número a diferentes horas del día, siempre obtenía el mismo resultado de la voz mecánica al otro lado: Lo sentimos, el número que usted marcó se encuentra suspendido o fuera del área de servicio, favor de verificar el número...

A veces agradecía escuchar aquella grabación una y otra vez, no le gustaba sentirse tan débil como para intentar contactar al estudiante sabiendo que jamás podría confiar verdaderamente en él, suponiéndose él único enamorado del joven que ofrecía sus servicios de acompañante.

A pesar de eso en más de una ocasión había manejado hasta su edificio con la esperanza de verlo, aunque sea de lejos. Incluso, aún conservaba el auto rojo que le había comprado a Xiao Zhan sin intenciones de moverlo o deshacerse de él y de vez en cuando se quedaba mirándolo, recordando aquella ocasión en que Zhan se había lanzado sobre su regazo y lo había hecho suyo una vez más.

En los días siguientes se había concentrado en su trabajo tratando de olvidar al pelinegro fingiendo que no lo había conocido, siendo consciente perfectamente de que aquella fachada estaba a punto de desmoronarse, él mismo sabía que no sería capaz de resistir por más tiempo el evitar a Zhan, no cuando sabía dónde vivía. Cada día que pasaba intentando dejarlo de lado y permanecer lejos de él no hacía otra cosa que incrementar su necesidad de verlo de nuevo y tenerlo entre sus brazos. Si la única forma de volver a acercarse a él era pagando una suma de dinero, llegado al punto en que no tenerlo le causaba un dolor físico, estaba dispuesto a rebajarse y pagar con tal de volverlo a tocar, aunque sea una vez más.

-La subasta de caridad anual se llevará a cabo este fin de semana – informaba MianMian a Yibo sobre su agenda – Su hermano solicitó que usted atendiera el evento ya que él no estará en la ciudad. Ya reservé su habitación y confirmé su asistencia.

Yibo la miró con el ceño fruncido, él no había dado tal indicación y no tenía la más mínima intención de asistir.

-Lo siento, señor Wang, pero fueron las órdenes de su hermano antes de partir. – Explicó MianMian ante la mirada airada de su jefe y salió de ahí antes de ser víctima de su ira.

-Maldición- murmuró Wang Yibo tomando su celular, marcando aquel número que sabía de memoria sólo para corroborar que seguía desconectado.

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Zhan había pasado un par de semanas en compañía de sus padres en su vieja casa cuando ya no pudo soportar más tiempo sólo en su departamento pensando todo el tiempo en Wang Yibo. No era sano volver a verlo, aunque lo extrañaba. Cada vez se sorprendía más cómo podía añorar a alguien cuando apenas lo había tratado una sola semana.

Nunca imaginó que estar en casa de sus padres podría empeorar su estado, puesto que ahora en su presencia tenía que fingir que se encontraba bien cuando por dentro sentía un inmenso vacío que no podía ser llenado con el amor de su madre o las conversaciones con su padre.

Servicio ConcluidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora