26. Débil

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Bajo el agua de la regadera, Zhan tomó el trabajo de frotar el varonil cuerpo de Wang Yibo con jabón y una esponja depositando besos fugases cada que se le antojaba. Aquello no era más que una tortura para el castaño, Zhan lo provocaba a niveles insospechados, cuando no pudo soportarlo más le quitó la esponja de las manos y lo acomodó contra la pared besándole la nuca y descendiendo por su espalda mientras Zhan se deshacía en dulces gemidos.

Los labios de Yibo llegaron a su parte baja sin detenerse ni un instante sujetando ambas mejillas del redondo y suave trasero del pelinegro, las separó un poco y deslizó su lengua hasta que encontró su objetivo.

Zhan se sintió avergonzado por lo que Yibo estaba haciendo, pero no protestó, sólo lo dejó hacer porque se sentía jodidamente bien y no tenía las fuerzas ni el deseo para detenerlo. Cuando sintió la lengua de Yibo abriéndose paso por su entrada fue todo un nuevo nivel de placer. Buscó apoyo sobre el llano azulejo, la estimulación era demasiado fuerte y sus piernas comenzaron a temblar.

Los sonidos obscenos que salían de la garganta de Zhan combinados con la pronunciación de su nombre una y otra vez enloquecía a Yibo. Se incorporó e introdujo un par de dedos en el cuerpo de Zhan que comenzaba a estremecerse. – Te quiero a ti- le dijo girándose un poco antes de besar al castaño.

El empresario lo folló rudamente sosteniendo las caderas de Zhan entre sus manos. Notaba los huesos del estudiante al tacto e hizo una nota mental de obligarlo a comer regularmente. Estaba demasiado delgado como para que aquello fuera sano. Trataría de cuidarlo todo lo que pudiera de todas las formas posibles y tanto como Zhan se lo permitiera.

Yibo tomó una toalla y secó religiosamente aquel bello cuerpo frente a él envolviéndolo en una gruesa bata de baño. Le secó el cabello como si fuera un niño mientras Zhan lo miraba divertido por las atenciones que estaba recibiendo. Amaba la seguridad que lo hacía sentir, aunque todo aquello fuera sólo un contrato para Yibo. Estaba dispuesto a disfrutar todo lo que el empresario le ofreciera.

Cuando la comida llegó, Zhan se dedicó a devorar todo lo que sus manos tomaban ante la mirada enternecida de Yibo mientras él mismo apenas si había probado bocado, la verdad es que temía que Zhan lo golpeara si se atrevía a tomar demasiada de su comida.

-Argh, estoy muy lleno- se quejó Zhan sobando su estómago, pero sonriendo.

-¿Quieres que te ayude con la digestión?- preguntó Yibo mirándolo de una forma totalmente indecente, tanto que Zhan se sonrojó un poco, había notado que él había ingerido la mayoría de la comida sobre la pequeña mesa.

-Me encantaría, pero estoy tan lleno que cualquier esfuerzo me hará vomitar- dijo dejándose caer sobre la cama respirando profundamente.

-No te duermas- le aconsejó Yibo colocándose a su lado- te vas a enfermar si duermes enseguida.

Zhan bostezó ante aquellas palabras – No puedo abrir mis ojos- le dijo sintiéndose sumamente relajado y satisfecho de todas las formas posibles.

Yibo se acomodó sobre los cojines haciendo que su postura fuera como si estuviera sentado, después colocó el cuerpo de Zhan sobre sí para mantenerlo un poco erguido y evitar que enfermara. Era imposible para el pelinegro mantenerse despierto y se dejó envolver en los brazos de Yibo mientras acariciaba su piel. El sueño los encontró a ambos en esa posición.

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La mañana llegó, Zhan se encontró sobre el torso de Yibo escuchando el suave latir de su corazón justo en su oreja. Sonrió y suspiró al recordar la noche, le encantaría permanecer todo el día así, pero tenía que presentarse en el salón donde se había llevado a cabo la subasta para ocuparse de las piezas que no se habían mostrado y asegurarse de que aquellas que habían sido adquiridas se enviaran a las direcciones indicadas.

Servicio ConcluidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora