39. Hasta que lo pidas

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Haikuan sonreía tontamente. Había pasado mucho tiempo desde que se había sentido atraído por alguien. Su última relación le había dejado cicatrices muy profundas. Había amado a su anterior pareja con todo su corazón y aunque ya habían pasado muchos años, el simple recuerdo aún le dolía y se había llegado a preguntar si podría olvidar algún día a esa persona. Últimamente había perdido la esperanza, no se animaba a intentar salir con alguien más, pero ahora su corazón había vuelto a brincar de emoción cuando un joven desconocido lo había arrinconado y besado tan sorpresivamente que sin pensarlo se dejó llevar por lo que sintió en el momento.

Cuando Cheng pegó sus labios a los suyos su cuerpo reaccionó de manera automática. Lo lógico era sentirse sorprendido o congelado en el momento, pero no fue así. El inesperado acercamiento de Cheng despertó algo en su interior, sus manos rodearon la cintura de aquella persona por instinto, no quería que se separara de él. Empeoró cuando Cheng comenzó a restregarse sobre él gimiendo ruidosamente, entonces abandonó todo control y con maestría introdujo su lengua en la boca del contrario en busca de su compañera para enredarse y restregarse profundamente.

Desde ese momento tuvo que controlarse para no intentar besarlo de nuevo cuando estuvieron en el auto, cuando llegaron a la casa, cuando le agradeció el haberlo salvado. Por la forma en que Cheng lo miraba parecía que este no era consciente de lo que le había provocado.

No pudiendo conciliar el sueño se levantó muy de madrugada para nadar y así distraer su cuerpo de una creciente necesidad de invadir el cuarto de Cheng a media noche. Nadó durante horas hasta que no tuvo fuerza para levantar los brazos, lo último que quería era asustar al joven porque no estaba seguro de que este le correspondiera o siquiera le gustaran los hombres, pero cuando lo vio sólo en la cocina de espaldas su voluntad flaqueó, se acercó con la intención de abrazarlo por detrás, pero justo Cheng se había girado.

Como pudo se recompuso y puso de excusa el café. Aquel joven lo hacía comportarse de manera extraña, él siempre tuvo un temperamento tranquilo y relajado, pero desde la tarde anterior se había encontrado coqueteando descaradamente con Cheng.

Le fue grato descubrir que su presencia alteraba al joven, lo había visto sonrojarse malinterpretando sus palabras. Era obvio que su invitado estaba predispuesto a poner una connotación sexual en sus palabras y eso le daba esperanza, aunque le hubiera negado ser gay, Haikuan bien pudo observar que sólo cierta parte de esa afirmación era cierta.

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-Dime que no tenías nada incriminatorio en tu lap top- le pidió Zhan una vez que Cheng le había explicado lo que había sucedido la tarde anterior a su departamento. Fue cuidadoso de guardarse cierto detalle para él mirando duramente a Hiakuan haciéndole entender que lo del beso quedaba sólo entre ellos.

-Incriminatorio no- suspiró Cheng frustrado- pero era mi bebé. La tenía desde hace más de 3 años. La ensamblé yo mismo. Mi bebé podía navegar más rápido que cualquiera de su especie, su capacidad era la mejor. – simuló limpiar una lágrima por la pérdida de su computadora.

-¿No quedó ningún rastro de los archivos de Haoxuan o Yang Zi o algún otro?- preguntó Yibo.

Todos estaba en la sala poniéndose al día.

-Nunca guardé nada de eso en mi bebé. Todos los trabajos que hice para Jackson se almacenan en un servidor extranjero.

-¿Ji Li?- preguntó Zhan.

-Así es. Es más seguro. - respondió Cheng.

-¿Quién es Ji Li?- preguntó Haikuan con el entrecejo fruncido.

Servicio ConcluidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora